viernes, 27 de noviembre de 2009

Mi primer amor

CAPÍTULO3. LA DECEPCIÓN

Poco después nos fuimos de allí para terminar en el escalón que daba acceso a nuestra librería particular, donde nos sentábamos todas las noches apoyados en la persiana.
Nos besamos cinco o seis veces más, por decir algo, pero sin saber como, llegaron las 23 horas, y Ceniciento debía marchar al hotel.
Así que nos despedimos besándonos una vez más.
Al igual que vine en una nube del hotel, me fui flotando, casi sin tocar el suelo. Claro que, ella se quedaba allí con toda la noche por delante, con todos los buitres revoloteando alrededor, y yo no las tenía todas conmigo. Tenía miedo.
Pero bueno, ¿qué más daba? Me había enrollado con ella, y por supuesto, en breve podría volver a saborearla…o al menos eso pensaba yo.
Aunque lamentablemente enseguida iba a descubrir que ese pensamiento era equivocado. Mis peores sospechas se iban a cumplir.
Aquella noche me dormí pensando en ella y escuchando por los walkman una cinta de U2, Zooropa.
El día siguiente, 10 de Marzo de 1996, fui por la tarde a Santa Marta, nuestro nuevo santuario donde íbamos a rendir culto al tiempo libre. Volví a casa acompañado de mi buen amigo el melenas (¿os acordáis de él?), que hasta aquel momento había sido de mis mejores amigos, compañeros de toda la vida del colegio.
Muchos meses después se arreglaron las cosas entre nosotros, aunque nunca sería ya lo mismo. Actualmente la relación es nula, aunque también es producto de la distancia. Sin embargo, cuando la casualidad o el destino cruza nuestros caminos, hablamos como viejos conocidos que somos.
Aquella tarde, al volver a casa, me dijo que “tengo que hablar contigo”, y yo me temí lo peor. Ese día quedé marcado, y hasta mucho tiempo después no llegué a confiar plenamente en nadie. Tal vez tampoco lo haga hoy en día. Y tal vez sea por ese motivo o bien porque mi naturaleza está predispuesta a la desconfianza.
En fin. Me dijo que el sábado se había enrollado con Ella, pero que sabía que a mi me gustaba, y que no iba a ocurrir nada entre ellos. Lo cual poco importaba, porque el mal ya estaba hecho. ¿qué más daba ya? Les podían dar mucho por culo a los dos, aunque no fuera a pasar nada más entre ellos.
Del cielo al infierno en menos de 24 horas. Todo estaba acabado.

Hasta aquí de momento. Una pequeña joya de Los Piratas, escondida en su disco Sesiones Perdidas. Si tú...