viernes, 27 de marzo de 2009

MIS OCHENTA

Ríos y mas ríos de tinta se han vertido sobre aquellos años. ¿Por qué adoramos tanto aquella década? Nosotros, la generación de los veintilargos y de los treintaipocos veneramos aquellos años, al igual que nuestros padres. Tal vez nuestros padres no con tanto cariño, porque fueron años de escasez y de carencia, con unas tasas de paro que no envidian nada a las actuales, y tenían que sacar a sus criaturas adelante.
Pero aun así, las puertas de la libertad se habían abierto en España, la dictadura había dado paso a la transición, y tras largos años de trabas y limitaciones la gente joven, nuestros padres y tíos, se echaban a la calle ansiosos por descubrir nuevas sensaciones y estímulos. El paisaje sociocultural contribuía a la creación de música, de fancines, cómics, panfletos, pinturas, nuevas tendencias. Se luchaba por cambiar, por buscar. Fue un tiempo creativo, productivo y de excesos. Fue tiempo de experimentar. Algunos experimentaron demasiado, y quedaron atrapados en los ochenta para siempre. Una época crítica y convulsa en la que algunos no supieron encontrar los límites. Llegó la tormenta social después de la “calma creativa” dictatorial.
¿Y qué hacíamos nosotros mientras tanto? Éramos pequeños, y no vivimos los ochenta en su plenitud. Pero vimos como la televisión, con dos canales, era capaz de absorbernos y educarnos. Escuchábamos las cintas y los vinilos que nuestros papis tenían el buen gusto de escuchar.
Vimos La bola de cristal, Dragones y mazmorras, Los diminutos, Sherlock Holmes, Jackie y Nuca, Mazinger Z, La aldea de arce, Mofli, Los Fraggle Rock, Willie Fog, David el gnomo, Los mosqueperros, Los pitufos…y un largo etc.
Escuchamos a Serrat, a Mecano, Olé Olé, Radio Futura, Nacha Pop, Alaska, Los Secretos, Tino Casal, Siniestro Total, Zombies, Gabinete Caligari, a Perales, Kaka de Luxe, Loquillo, Duncan Dhu, La Unión, Modestia Aparte, 091…y un largo etc.
En el mundo se escuchaban grupos de tecnopop como Depeche Mode, Pet Shop Boys. Los sintetizadores y la música electrónica se pusieron de moda. Pero no sólo eso. Michael Jackson, Queen, The Cure, Alphaville, Bon Jovi, Cindy Lauper, Madonna, Pixies, The Police, The Smiths…etc. creaban himnos sin edad.
Aparecen los Amstrad y Spectrum, y empezamos a jugar con los videojuegos. Nacen las primeras consolas. Todos las queríamos, pero pocos éramos los agraciados que podíamos disponer de una de ellas.

Algun@s hablan actualmente de un nuevo movimiento que podría llamarse “La Removida”, aunque no entiendo muy bien el término. En cierta forma, los ochenta y su movida todavía no han terminado, ya que seguirán vivos con nuestra generación. Somos el remanente de aquellos años. No es que lo retro y “lo moderno” se haya puesto de moda. Es que nunca se fue del todo. Nos gustó nuestra infancia, y no estamos dispuestos a olvidarla así como así.
En cuanto a los adolescentes de hoy en día, por hacer un último apunte, diré, como opinión relativa, que se han acomodado en una sociedad llena de lujos superfluos, tecnologías y caprichos varios, en la que miles de canales televisivos bombardean con anuncios que alimentan el consumismo impulsivo y descontrolado de miles de jóvenes que se creen con derecho a tenerlo todo sin dar nada a cambio.
El afán transgresor, provocativo, y las ganas de cambiar el mundo de los ochenta desaparece cada día que pasa, salvo raras excepciones. Aunque sin duda, las circunstancias que otrora reinaban han dejado de hacerlo en los tiempos que corren.

En cuanto a lo que a mí se refiere, recuerdo mis días de colegio como si fueran ayer. Cuando salía por la mañana a veces iba a casa de un amigo, a jugar con su ordenador. Era un amigo afortunado, y sus padres disponían de comodidad económica. Por la tarde volvíamos al colegio, de 15:15 a 17:15, y al terminar solíamos quedarnos en el patio hasta que las luces de las farolas se encendían, jugando al fútbol. Entonces volvía a casa, y extendíamos un edredón delante del televisor. Me acuerdo de Mofli, Pumuki, Muzzy, Los Fraggle. Mi madre me preparaba un vaso de leche, y si había suerte, un plato de torrijas. Eso era vida, amig@s. No había preocupaciones, y la vida de adulto estaba a años luz. Pero el tiempo pasa, vaya si pasa, y sin darnos cuenta la vida nos ha cargado con responsabilidades varias. Echo de menos aquella etapa, cuando mi mundo era pequeño, y las angustias, desasosiegos e inquietudes no tenían cabida en él.
Echo de menos a mi madre, despertándome con un vaso de leche para ir al cole. A veces había que completarlo con un poquito de agua, no había para más. Eran tiempos de escasez. Pero para nosotros fueron buenos tiempos, y siempre los recordaremos con cariño.

Hay cientos de canciones representativas de la década. Pero como sólo puedo poner una, mi elección es Tino Casal, un artista que encarna como nadie el espíritu de los ochenta. Su fatídico destino se encargó de convertirlo en leyenda. Embrujada.

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