martes, 20 de enero de 2009

La vida te lleva por caminos extraños2

Se decidió a poner manos a la obra. Cobró conciencia de su desnudez, y empezó a percibir bajo su espalda la misma sustancia densa y maleable que había palpado con los dedos de las manos. ¿Por qué estaba desnudo? Tampoco encontró la respuesta a esta pregunta, pero pensó que era absurdo que alguien se hubiese tomado las molestias de quitarle la ropa para meterlo en donde fuera que estuviese. Tampoco insistió en la búsqueda, ya que hay algunas respuestas que parecen alejarse siempre.
Estiro los pies, y volvió a tocar la misma sustancia con sus extremidades inferiores. Estaba metido en una especie de bolsa gelatinosa y opresiva, y desde luego, ni que decir tiene, que no tenía la mas remota idea de qué cojones podía tratarse.
El miedo todavía no había hecho acto de presencia, y dio por supuesto desde un primer momento que iba a salir de allí. De una manera o de otra. El pánico y el terror no tenían cabida en la información que sus neuronas se pasaban con urgencia.
Volvió a estirar los brazos en la medida de lo posible, hizo un barrido con las manos, y observó con cierta sorpresa que la superficie que lo envolvía cedía bajo la presión de sus puños. No era gran cosa, pero este pequeño gesto lo animó a seguir explorando. La palabra rendición no estaba en su diccionario.
Giró sobre si mismo, para poder estirar los brazos por encima de su cabeza. Sabía lo que tenía arriba, lo que tenía abajo, y lo que había a sus pies. Pero todavía no había podido cerciorarse de lo que había por encima de su cabeza. Estiró los brazos, y comprobó un poco consternado que el mismo material lo recubría uniformemente en todas direcciones.
El primer paso ya estaba dado, sabía donde estaba, aunque no lo supiese. A pesar de la situación, y de su desnudez, no era mala la sensación que tenía. La temperatura ahí dentro era agradable, y el olor era neutro. Claro que lo de estar encerrado era una putada.
Empezó a sentirse un poco inquieto, pensando en que tal vez fuera posible que el oxígeno se terminase. El siguiente paso era recorrer toda la superficie envolvente, palpar, conocerlo todo hasta el más mínimo detalle. Si lo habían metido allí por algún sitio, lo más probable es que pudiese salir por el mismo lugar. Aunque claro, tal vez los demonios hubiesen sellado la abertura. Jodidos demonios, nunca le ponían las cosas fáciles.
Empezó a tocar todo lo que estaba a su alcance, analizando cuidadosamente cada centímetro que sus manos podían tocar. Cada milímetro. Pasaron minutos, horas, y quién sabe, tal vez días. El concepto del tiempo en el culo de un mono, no tiene un significado especialmente importante. Más que nada, porque no hay ningún acontecimiento que te haga diferenciar un momento de otro. El tiempo se convierte en algo plano, y se convierte en un concepto inaceptable para nuestro personaje. Incomprensible. El tiempo es nada y todo a la vez. Eterno e inexistente cual paradoja.
Giró sobre sí mismo una y otra vez, colocó su cabeza en el lugar que antes habían ocupado sus pies. Una y otra vez. Sin prisa. Tampoco es que tuviera prisa, nada ni nadie le esperaba, que él supiera, ahí fuera. Si es que “ahí fuera” existía, claro. Además, incomprensiblemente, las necesidades fisiológicas habituales en cualquier ser humano mostraban una extraña reticencia a aparecer. Tanto mejor.
Entonces, después de recorrer exhaustivamente cada milímetro de su envoltorio, encontró una pequeña irregularidad en la superficie. Una pequeña fisura, tal vez fuera exagerado decir tan estrecha como un cabello, pero a él le pareció una buena analogía. Estamos hablando de un cabello de unos dos centímetros de largo. Había pasado mucho tiempo, o poco, no lo sabía con exactitud. Ni sin ella.
Introdujo las uñas en la fisura, y poco a poco, conforme sus dedos se iban introduciendo en ella, el cabello comenzó a crecer en longitud. La oscuridad seguía empecinada en cubrirlo todo, y aunque notaba que la fisura si iba convirtiendo en una grieta, no había ningún signo luminoso que indicara una salida próxima.
De todas formas, el primer paso ya estaba dado, y dio gracias a los demonios por haber encontrado un pelo de dos centímetros. El segundo paso era introducirse por la grieta que había surgido como por arte de magia, y llegó a esta sabia conclusión después de largas deliberaciones consigo mismo. Fue capaz de deducirlo por eliminación, y debemos reconocer que fue un pensamiento acertado.


Hoy escucho Bunbury&Vegas-Puta Desagradecida: No conozco a nadie que mienta como tú, con tanta disciplina, precisión y sinceridad. Te ganaste tu lugar con ingeniosa ingenuidad, aún no entiendo como eres capaz de sentirte peligrosa siendo tan vulgar.
Mua, mua y mua!!

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