viernes, 11 de diciembre de 2009

Mi primer amor

CAPÍTULO5. FIN

Aquel mes de septiembre de 1996 estuvimos dos semanas saliendo hasta que me volvió a dejar, sumiéndome de nuevo en mis densas tinieblas particulares.
Fue el sábado 28 de septiembre cuando nos volvimos a enrollar. No recuerdo como fueron aquellos besos, pero si recuerdo el día siguiente. Por la tarde, estábamos en Santa Marta, cuando llegó Ella y preguntó quién la acompañaba a misa. Era un poco rociera ella. Evidentemente, todos pasaron de Ella, menos uno.
Efectivamente, gilipollas de mí, que habría ido hasta el fin del mundo con ella y por ella.
Así que fuimos a misa, a esa iglesia que hay al lado del García Alix, donde tantas tardes nos reunimos el año anterior. Jamás volví a pisar ese edificio.
Después de darnos la paz, nos sentamos en un banco de la calle peatonal, esa calle cuyas paredes habíamos pintado.
Y aquella tarde de casi octubre del año 1996, estuvimos besándonos hasta que el sol se puso y el atardecer dio paso a la noche.
El sábado de dos semanas después me dijo que tenía que hablar conmigo, y por aquellos entonces, yo ya había deducido que esa recurrida frase no depara nada bueno.
Fue en el mismo banco donde nos besamos por primera vez, pero en otra zona de la plaza. Me besó, nos abrazamos, y todavía le pregunté si ese iba a ser nuestro último beso. Me dijo que esperaba que no, y así fue, aunque pasaron muchos meses. Y ese fue el hasta luego.
Desde entonces ha llovido mucho (o eso es lo que se dice), y han pasado muchas cosas en nuestras vidas, y también entre nosotros. Nos hemos besado muchas veces, aunque para mí no habrá nada como aquellos primeros besos.
También nos hemos acostado varias veces juntos, y aunque alguna vez estuvimos a punto de hacerlo, nunca hemos hecho el amor.
Durante muchos años fue la chica que mas deseé, y en muchos de mis momentos íntimos la recordaba. Pero nada es eterno, y como todo en la vida, se acaba.
Donde antes había por mi parte un gran fuego de pasión, se ha ido extinguiendo hasta quedar unas pequeñas brasas. Ni ella ni yo somos las personas que fuimos. Y aunque la sigo queriendo y siempre la querré, nunca será lo que fue.
Intentar recuperar aquello sería como romper la magia que un día hubo. Y eso nos deja con la única opción posible. El recuerdo, una maleta cerrada y muchos viajes por hacer.

Facto delafé y las flores azules, La Juani. Una canción optimista, con fuerza y con ganas de mirar hacía el futuro sin miedo. El relato de la lucha constante por alcanzar tus sueños y no rendirte en el intento. Me encantó la historia.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Mi primer amor

CAPÍTULO4. MALA RACHA.

En ese momento no me mostré enfadado. Más bien le dije a mi amigo que no pasaba nada. Ella sólo era una tía, no? Y todos sabíamos como era Ella.
Sólo que no, no era sólo una tía. A quién quería engañar, era mi amor. Pero yo nunca he sido impulsivo, y siempre le doy demasiadas vueltas a las cosas, tantas vueltas que al final acabo mareándome, hasta tal punto que decido no hacer nada porque no hay nada que me satisfaga por completo. Así que nos separamos en la esquina de mi calle como si nada, y recorrí el trecho hasta mi casa con lágrimas en los ojos, pensando, como siempre que me ocurre algo que considero injusto, ¿por qué a mi?
Ahora no lo recuerdo, pero supongo que desperdicié excesivas lágrimas.
Pasé una larga temporada deprimido y callado. Más de lo normal, y no puede decirse que yo fuera hablador. Tan callado, que cierta vez, mi tutora de aquel curso me citó después de una clase para interesarse por mí y preguntarme qué me pasaba.
A mi amigo no le dirigí la palabra hasta meses más tarde, cuando me llamó por teléfono a casa para decirme que si quería yo que cortara con Ella. En efecto, el muy cabrón me había dicho que no iba a pasar nada entre ellos, pero empezaron a salir.
Yo no podía verlos juntos, era algo que me superaba. Era yo el que tenía que estar con Ella, no él, uno de mis mejores amigos y que me había quitado lo que más quería, además la misma noche en que yo había tocado el cielo.
Pero no olvidemos que Ella tenía la misma culpa que él. Ella era una jodida zorra egoísta que solo tenía ojos para si misma, y no veía más allá de su propio ombligo. Los demás no le importaban una mierda, total, ¿a ella qué más le daba?
Evidentemente, le dije a mi “colega” que yo no era nadie para interponerme entre ellos, así que siguieron juntos. Aunque yo sabía que el verano de ese año 96 no lo terminarían igual, como se comprobaría en su momento.
Yo, a pesar de todo, esperaba con ansias ese momento. Fíjate si soy imbécil. Esperaba que acabase el verano para volver a recobrar las viejas esperanzas de volver con ella. Lamentable. Con lo orgulloso que he llegado a ser, puedo ver mirando hacía atrás como me dejé pisar por una niñata sin escrúpulos.
Porque claro, cuando llegó septiembre, y lo dejó con el melenas, volvió a besarme, y yo me comí mi orgullo, aderezado con un poquito de sal, y dejé que me manipulara cual marioneta sin hilos. Porque a pesar de todo, y sin saber por qué, la tenía metida hasta en el rincón más oscuro de mi ingenuo corazón.
No muchos días después de aquel maravilloso y nefasto 9 de marzo me enteré de que se había liado con un tercer tío, y aquello me daba constantemente quebraderos de cabeza, y me incitaba a plantearme continuos interrogantes. ¿era mi amigo mi amigo? ¿de quién me había enamorado yo? ¿qué era yo para Ella? ¿por qué me había besado? ¿cómo pudo Ella hacerme algo así?
Qué triste era hacerse esas preguntas, cuando yo había pensado que era alguien especial para Ella, y en menos de 24 horas me había confirmado que yo no era nadie especial, sino simplemente uno más.
Lo cual no hubiera sido grave, si no hubiese sido porque para mi Ella no lo era.


Bueno, pues ya sólo me queda el desenlace. De momento me quedo con Vetusta Morla, y la canción que cierra el disco, preciosa, Al respirar. Y respirar tan fuerte que se rompa el aire, aunque esta vez quizá será mejor marcharse...

viernes, 27 de noviembre de 2009

Mi primer amor

CAPÍTULO3. LA DECEPCIÓN

Poco después nos fuimos de allí para terminar en el escalón que daba acceso a nuestra librería particular, donde nos sentábamos todas las noches apoyados en la persiana.
Nos besamos cinco o seis veces más, por decir algo, pero sin saber como, llegaron las 23 horas, y Ceniciento debía marchar al hotel.
Así que nos despedimos besándonos una vez más.
Al igual que vine en una nube del hotel, me fui flotando, casi sin tocar el suelo. Claro que, ella se quedaba allí con toda la noche por delante, con todos los buitres revoloteando alrededor, y yo no las tenía todas conmigo. Tenía miedo.
Pero bueno, ¿qué más daba? Me había enrollado con ella, y por supuesto, en breve podría volver a saborearla…o al menos eso pensaba yo.
Aunque lamentablemente enseguida iba a descubrir que ese pensamiento era equivocado. Mis peores sospechas se iban a cumplir.
Aquella noche me dormí pensando en ella y escuchando por los walkman una cinta de U2, Zooropa.
El día siguiente, 10 de Marzo de 1996, fui por la tarde a Santa Marta, nuestro nuevo santuario donde íbamos a rendir culto al tiempo libre. Volví a casa acompañado de mi buen amigo el melenas (¿os acordáis de él?), que hasta aquel momento había sido de mis mejores amigos, compañeros de toda la vida del colegio.
Muchos meses después se arreglaron las cosas entre nosotros, aunque nunca sería ya lo mismo. Actualmente la relación es nula, aunque también es producto de la distancia. Sin embargo, cuando la casualidad o el destino cruza nuestros caminos, hablamos como viejos conocidos que somos.
Aquella tarde, al volver a casa, me dijo que “tengo que hablar contigo”, y yo me temí lo peor. Ese día quedé marcado, y hasta mucho tiempo después no llegué a confiar plenamente en nadie. Tal vez tampoco lo haga hoy en día. Y tal vez sea por ese motivo o bien porque mi naturaleza está predispuesta a la desconfianza.
En fin. Me dijo que el sábado se había enrollado con Ella, pero que sabía que a mi me gustaba, y que no iba a ocurrir nada entre ellos. Lo cual poco importaba, porque el mal ya estaba hecho. ¿qué más daba ya? Les podían dar mucho por culo a los dos, aunque no fuera a pasar nada más entre ellos.
Del cielo al infierno en menos de 24 horas. Todo estaba acabado.

Hasta aquí de momento. Una pequeña joya de Los Piratas, escondida en su disco Sesiones Perdidas. Si tú...

miércoles, 21 de octubre de 2009

Mi primer amor

CAPÍTULO2. EL BESO.

Son esos breves momentos en la vida que te hacen sentir la persona más feliz del mundo. Mi diosa, mi amor, me había dado un beso en los labios…¿cómo expresar tanta felicidad? Podría decir que me he ido a la cama con chicas, y no he alcanzado la plenitud que sentí en ese momento, con un simple beso.
Fue increíble, y además este hecho significaba que en el futuro más inmediato iba a tener posibilidades de besarla mas profundamente. Fueron sin duda (o tal vez con duda, nunca se sabe) los días más felices de mi vida.
Que Ella me hubiera besado daba un significado a mi vida, un sentido a mi existencia confusa y turbulenta de adolescente. Todo lo demás quedaba de lado, trasladado a un segundo plano. Teniéndola a Ella todo iba bien, todo era perfecto, y los días posteriores al piquito y que conducirían al ansiado beso fueron impresionantes, prácticamente como estar en el cielo.
En aquellos momentos me habría comprometido con ella para el resto de mi jodida vida sin pestañear siquiera.

Aquel día fue un viernes, y fue el fin de semana siguiente cuando vino mi padre a hacernos su visita de rigor. Entonces nos alojábamos en un hotel, y yo disponía de unas tres horas para salir el sábado, aproximadamente desde las 20 a las 23 horas que debía de estar de vuelta. Creo recordar que hasta aquel día cuando mi padre venía, yo no salía los sábados. Claro, era un niño de 15 años todavía…bonita edad, no?
Puede que sea la mejor, si tienes algo de cerebro dentro del cráneo. Una etapa llena de esperanzas y de expectativas futuras, de esa buena incertidumbre de no saber lo que la vida te depara. Simplemente sabes que será algo positivo, lo contrario ni siquiera se te llega a pasar por la cabeza.
Además, iba a cambiar de instituto, después de toda una vida en un colegio de curas. Iba a conocer a gente nueva, y el futuro era prometedor y lleno de ambiciones por cumplir.
Lo tenía todo, tenía a mi chica perfecta dispuesta a besarme, los estudios me iban bien y tenía a la familia perfecta. O aunque no lo fuera, tenía a la mejor madre del mundo. Todo, todo era perfecto.
Me he desviado de la historia. Ese sábado salí del hotel flotando en una nube. Estaba seguro de que la iba a ver, y estaba seguro de que por fin nos íbamos a dar un beso como Dos mandan. Era una sensación fantástica. Son esas pocas ocasiones en las que deseas que llegue el momento anhelado, pero a la vez no quieres para que nunca pase esa sensación tan especial de que algo tremendamente maravilloso va a sucederte.
Ningún momento es tan mágico como la antesala de un gran acontecimiento.
Habíamos quedado en la plaza de la universidad, y hacía allí me dirigí lleno de expectación y buenas vibraciones. Cuando llegué estaban allí mis amigos, toda la peña rapera, no recuerdo exactamente. Ella no estaba, pero yo sabía que tenía que aparecer.

Entonces, sin previo aviso, apareció, deslumbrante, claro. Sus ojos penetrantes pintados levemente, acentuando la mirada, los labios pintados, pegajosos, brillantes, para besarlos y quedar atrapado en ellos. Unos pantalones ceñidos, embutiendo sus piernas y otras partes de su anatomía femenina, y la parte de arriba, ocultando sus pechos, por aquellos entonces pequeños.
Estábamos todos sentados en fila en un banco de piedra, que rodeaba la plaza, delimitando el espacio interior. Ella vino acompañada, aunque debo decir que no recuerdo de quién, mis ojos sólo eran de Ella.
Empezó saludar a todo el mundo con los dos besos correspondientes. Yo estaba sentado el último, Ella había venido por la zona opuesta a la que me encontraba yo. Estaba esperando anhelante y deseoso mi turno, y después de un sinfín de besos, llegó, precedida de su perfume.
Me dio el primer beso en la mejilla, y el beso que correspondía a la otra mejilla nunca llegó a besarla. Sus labios quedaron a medio camino y se fusionaron por segunda vez en ocho días con los míos. Sólo que esta vez su boca se abrió, y nuestras lenguas húmedas, ansiosas (al menos la mía) por fin se encontraron, entrelazándose. Yo allí, sentado en el respaldo del banco, sin saber muy bien que hacer con las manos, y ella de pie, apoyada con sus manos en mí, mientras éramos uno.

El bicho con la Mari de Chambao, Parque Triana. Tengo en el recuerdo algunas cosas, en el recuerdo, las pocas cosas que me dabas tú...temazo! se me ponen los cabellos de gallina.

sábado, 26 de septiembre de 2009

Mi primer amor

CAPITULO1

Comenzaré hablando de aquellas tardes de hojas caídas de Octubre del año 1995. Por aquellos entonces dedicábamos nuestros años de adolescencia a pintar grafitis, y empezábamos a conocer gente…
Todas las tardes nos reuníamos en una calle peatonal situada entre un colegio y un convento, en la que podíamos sentarnos en sus bancos o bien colarnos en el colegio una vez éste había cerrado sus puertas.
Todo empezó cuando nos dieron permiso en el convento para pintar las paredes del mismo que daban a dicha calle peatonal. Las pintamos, y el García Alix se convirtió en el lugar de reunión donde pasábamos las tardes cortas y grises del otoño murciano.
A un amigo le gustaba una rapera que se llamaba Al, que poco más tarde se convertiría en la novia de un skineto (todavía conservo alguna firma de ella por ahí, qué habrá sido de ella?). Nunca supe si la relación entre ellos llegó a consumarse, podría decirse que era una relación una poco singular.
Por aquellos tiempos conocimos a otra amiga de Al, de cuyo nombre no logro acordarme y que más tarde llegaría a marcar mi vida, aunque claro está, yo entonces no lo sabía.
Por entonces los fines de semana los pasábamos en las tascas del centro de Murcia, sentados en el escalón de la librería, comiendo y tirándonos “jumpers”, y también al lado de un antro llamado Trocadero.
Al principio Ella no me llamó demasiado la atención…recuerdo una vez que Al quería liarse con Ram (y consiguió su objetivo, claro), y Ella quería liarse con el Dhx. Parece ser que yo ya empezaba a fijarme en ella, porque si no, no creo que me acordara de ese detalle.
Las cosas empezaron a cambiar sutilmente, y lo que en un principio era una rapera vestida con un gusto dudoso se convertía los sábados en una pijita que cuidaba hasta el más mínimo detalle.
Poco a poco empezó a gustarme, en una progresión constante, y creo que yo a ella también, porque empezó a sentarse a mi lado en la librería. Yo apenas sabía como comportarme, era muy tímido y sólo con su presencia me turbaba por completo.
Dios!! Me encantaba, sólo ese gesto, que ella estuviese a mi lado me volvía loco. En esos breves instantes yo era feliz. Estaba extremadamente colgado y deseaba que aquellos momentos no terminasen nunca.
Ella era la tía perfecta para mí. Tenía una cara preciosa, y unos ojos que me hipnotizaban, un cuerpo no menos bonito y unos labios aún más apetitosos y que incitaban más al beso cuando los llevaba pintados. Era increíble, la cosa más bonita que he visto y que no sé si volveré a ver.
Otro aspecto muy importante era el perfume. Cuando estaba junto a ella no podía aspirar otra cosa que no fuera su olor, no podía pensar en otra cosa que no fuera ella. Me invadía por completo. Dios, como la deseaba! Nunca he deseado tanto una cosa como a aquella niña. Los sentidos comenzaban a despertarse, la vida empezaba a mostrarse ante mí en todo su esplendor, y la ansiedad por conocer alcanzaba cotas insospechadas,
Pero aunque ella mostraba interés por mí, era así con todo el mundo, y yo pensaba que para mí era inalcanzable, casi como siempre tímido, falto de confianza, inseguro. Y Ella tan segura de sí, tan guapa, tan preciosa, tan atrayente…y por supuesto, seductora como nunca, como si se le escapase el tiempo…era algo imposible. Ella vivía demasiado deprisa para mí.
Por otra parte yo tenía que estar a las 23 horas en casa los sábados, cuando ella no tenía hora. Luego, durante la semana, o los ratos que estaba conmigo, estaba cariñosa, pero yo sabía que todos los sábados se liaba con alguien. Y yo, en mi fuero interno, se lo reprochaba, y la tachaba de hipócrita. Pero mi “amor” por Ella estaba por encima de eso, porque cuando estaba conmigo hacía que se me olvidasen mis pensamientos negativos.
Y cada día la quería más, la deseaba más, habría ello cualquier cosa por ella si Ella me lo hubiese pedido. A veces pienso que nunca querré más a nadie de lo que la quise a Ella en aquella época. Y eso, en cierta forma, me entristece y me da que pensar…la quería con todo mi corazón de adolescente.

Y llegó un día, eran las fiestas de mi colegio, en el club social, principios del año 1996, dos de Marzo para ser más exactos. Recuerdo que yo estaba por allí, saltando como si me hubiese tomado algo (aunque por aquellos entonces yo era virgen hasta de alcohol, con el cual no rompería mi celibato hasta el curso siguiente).
Fue el día que uno de mis mejores amigos rompía con su novia, que a su vez era muy amiga de Ella. Mi amigo tenía melenas, y era un terror entre las nenas, y yo, bueno, pues yo no era ningún terror…
Bueno, eso, andaba yo saltando por allí cuando apareció ella, preciosa como siempre, y con ese olor que me hacía perder la cabeza y que me creaba cierta ansiedad…y entonces, en vez de darme los dos besos habituales, me plantó un beso en los morros, con esos labios pegajosos pintados que siempre me gustaron.

Un tema que me traslada a aquellos días, EBS y su mítico tema :-D

martes, 18 de agosto de 2009

Dando vueltas...

Los olores. Eres pequeño, y sales a la calle por primera vez. Todo es nuevo, y aspiras cualquier aroma, un perfume, y queda registrado extrañamente en tus circuitos neuronales. Luego, más tarde, cada vez que hueles algo semejante, te acuerdas de aquella primera vez. Pueden pasar años hasta que vuelva a ocurrir, pero el recuerdo está ahí, latente, esperando su momento, hasta que, tozudo, termina por aparecer.
Personas, situaciones, momentos aparecen de nuevo ante ti como si nunca se hubieran ido. Pero a pesar de todo, aunque lo tengamos impreso en la retina, el tiempo se encarga de diluir en la bruma aquellos momentos. La lucha es dura, pero el tiempo lo es aún más, y aquel recuerdo de la primera vez se va desvaneciendo, para dar paso a la segunda vez, a la tercera…una vuelta y otra más.
Y entonces, un día, te levantas. Y te das cuenta de que ya no eres un niño. A tu lado duerme otra persona. Pero antes, hubieron otras, y los sentimientos y las reacciones han cambiado. No es peor, es diferente. Y si es diferente, puede que sea peor. O mejor. Las vueltas de la rueda hacen que te desgastes. Los primeros kilómetros siempre son esperanzadores, pero luego viene otro, y luego otro. Por supuesto, el paisaje puede ser maravilloso, o lúgubre y oscuro, pero sólo hay un primer paisaje, para bien y para mal.
Y otro día te levantas, y piensas que ese niño con el que te has cruzado por la calle podría ser tu hijo. Aunque recuerdas los días de colegio como si fueran ayer, estás a un solo paso de observar como tus hijos repetirán otra vez el ciclo. Tus padres lo ven, y eso es peor, porque para ellos, aunque es motivo de felicidad volver a ver como gira la rueda, lo más seguro es que sea la última que vean girar.
Y cada vuelta es una historia, probablemente magnífica, única e irrepetible que el tiempo, implacable, se encargará de dejar atrás inexorablemente, sin piedad, dejándonos únicamente la posibilidad de la primera vez, y condenándonos a la fatiga de la sucia rutina.
Así que aprovechemos, porque en cada momento se esconde una primera vez.

Bebe, buscome. Cualquiera podría tomar como propias estas inquietudes...

miércoles, 20 de mayo de 2009

Cansadoooo!

Cansado. Cansado de levantarme cada mañana y poner mi mejor cara para afrontar el nuevo día. Cansado de ver caras que nada tienen que decirte, de bocas que hablan por hablar, sin aportar nada positivo. Cansado de ojos de miradas vacías, hipócritas, que te miran intentando engañarte, sonsacarte, aprovecharse. Cansado de elegir el optimismo como medio para subsistir, intentando ver lo mejor de cada acto, de cada escena. Intentando auto engañarme, pensar que todo va bien, que todo va a ir bien. Cansado del cinismo, de aquellos que se creen que todo lo merecen, sin importarles por encima de dónde tengan que pasar. De aquellos que no respetan la libertad de los demás, que no saben que la suya termina donde empieza la del otro.
Cansado de la avaricia, cuyo poder termina por destruirlo todo. Del dinero, en un mundo donde todo está a la venta, donde los principios se pagan a golpe de talonario. Los valores éticos dejan de tener valor, y se les pone una etiqueta con el precio. Cansado del miedo, del mío y del de los demás. De las inseguridades ajenas que terminan salpicándote cuando tú no has hecho nada. De las exigencias ajenas cuando ni siquiera se han parado a hacer autocrítica.
Cansado de luchar un día, y otro día, y otro. Cansado de sacar fuerzas para seguir, con el pretexto de que esto vale la pena.
Cansado de las personas arrogantes, prepotentes, que se creen con derecho a todo por el mero hecho de haber nacido. De aquellos que no saben el significado de la palabra humildad, del respeto. De las apariencias, de gente sin escrúpulos que se esconde detrás de una corbata, como si ésta fuera símbolo de seriedad y poder. Dime de que presumes y te diré de qué careces.
Estoy cansado de tanta mierda, en definitiva.

Pero tranquilos, no pasa nada. Ahora voy a acostarme, voy a dormir un poco, y mañana estaré descansado. Listo para otro día.

Hoy voy a "pinchar" Monicreke, un "villancico" de Ferreiro, que en un momento dado te puede llegar a poner los pelos de gallina, como aquel que dice..aunque ya sabéis de mi fanatismo por este señor. Aunque ya no estás, las sombras no pueden conmigo...

viernes, 27 de marzo de 2009

MIS OCHENTA

Ríos y mas ríos de tinta se han vertido sobre aquellos años. ¿Por qué adoramos tanto aquella década? Nosotros, la generación de los veintilargos y de los treintaipocos veneramos aquellos años, al igual que nuestros padres. Tal vez nuestros padres no con tanto cariño, porque fueron años de escasez y de carencia, con unas tasas de paro que no envidian nada a las actuales, y tenían que sacar a sus criaturas adelante.
Pero aun así, las puertas de la libertad se habían abierto en España, la dictadura había dado paso a la transición, y tras largos años de trabas y limitaciones la gente joven, nuestros padres y tíos, se echaban a la calle ansiosos por descubrir nuevas sensaciones y estímulos. El paisaje sociocultural contribuía a la creación de música, de fancines, cómics, panfletos, pinturas, nuevas tendencias. Se luchaba por cambiar, por buscar. Fue un tiempo creativo, productivo y de excesos. Fue tiempo de experimentar. Algunos experimentaron demasiado, y quedaron atrapados en los ochenta para siempre. Una época crítica y convulsa en la que algunos no supieron encontrar los límites. Llegó la tormenta social después de la “calma creativa” dictatorial.
¿Y qué hacíamos nosotros mientras tanto? Éramos pequeños, y no vivimos los ochenta en su plenitud. Pero vimos como la televisión, con dos canales, era capaz de absorbernos y educarnos. Escuchábamos las cintas y los vinilos que nuestros papis tenían el buen gusto de escuchar.
Vimos La bola de cristal, Dragones y mazmorras, Los diminutos, Sherlock Holmes, Jackie y Nuca, Mazinger Z, La aldea de arce, Mofli, Los Fraggle Rock, Willie Fog, David el gnomo, Los mosqueperros, Los pitufos…y un largo etc.
Escuchamos a Serrat, a Mecano, Olé Olé, Radio Futura, Nacha Pop, Alaska, Los Secretos, Tino Casal, Siniestro Total, Zombies, Gabinete Caligari, a Perales, Kaka de Luxe, Loquillo, Duncan Dhu, La Unión, Modestia Aparte, 091…y un largo etc.
En el mundo se escuchaban grupos de tecnopop como Depeche Mode, Pet Shop Boys. Los sintetizadores y la música electrónica se pusieron de moda. Pero no sólo eso. Michael Jackson, Queen, The Cure, Alphaville, Bon Jovi, Cindy Lauper, Madonna, Pixies, The Police, The Smiths…etc. creaban himnos sin edad.
Aparecen los Amstrad y Spectrum, y empezamos a jugar con los videojuegos. Nacen las primeras consolas. Todos las queríamos, pero pocos éramos los agraciados que podíamos disponer de una de ellas.

Algun@s hablan actualmente de un nuevo movimiento que podría llamarse “La Removida”, aunque no entiendo muy bien el término. En cierta forma, los ochenta y su movida todavía no han terminado, ya que seguirán vivos con nuestra generación. Somos el remanente de aquellos años. No es que lo retro y “lo moderno” se haya puesto de moda. Es que nunca se fue del todo. Nos gustó nuestra infancia, y no estamos dispuestos a olvidarla así como así.
En cuanto a los adolescentes de hoy en día, por hacer un último apunte, diré, como opinión relativa, que se han acomodado en una sociedad llena de lujos superfluos, tecnologías y caprichos varios, en la que miles de canales televisivos bombardean con anuncios que alimentan el consumismo impulsivo y descontrolado de miles de jóvenes que se creen con derecho a tenerlo todo sin dar nada a cambio.
El afán transgresor, provocativo, y las ganas de cambiar el mundo de los ochenta desaparece cada día que pasa, salvo raras excepciones. Aunque sin duda, las circunstancias que otrora reinaban han dejado de hacerlo en los tiempos que corren.

En cuanto a lo que a mí se refiere, recuerdo mis días de colegio como si fueran ayer. Cuando salía por la mañana a veces iba a casa de un amigo, a jugar con su ordenador. Era un amigo afortunado, y sus padres disponían de comodidad económica. Por la tarde volvíamos al colegio, de 15:15 a 17:15, y al terminar solíamos quedarnos en el patio hasta que las luces de las farolas se encendían, jugando al fútbol. Entonces volvía a casa, y extendíamos un edredón delante del televisor. Me acuerdo de Mofli, Pumuki, Muzzy, Los Fraggle. Mi madre me preparaba un vaso de leche, y si había suerte, un plato de torrijas. Eso era vida, amig@s. No había preocupaciones, y la vida de adulto estaba a años luz. Pero el tiempo pasa, vaya si pasa, y sin darnos cuenta la vida nos ha cargado con responsabilidades varias. Echo de menos aquella etapa, cuando mi mundo era pequeño, y las angustias, desasosiegos e inquietudes no tenían cabida en él.
Echo de menos a mi madre, despertándome con un vaso de leche para ir al cole. A veces había que completarlo con un poquito de agua, no había para más. Eran tiempos de escasez. Pero para nosotros fueron buenos tiempos, y siempre los recordaremos con cariño.

Hay cientos de canciones representativas de la década. Pero como sólo puedo poner una, mi elección es Tino Casal, un artista que encarna como nadie el espíritu de los ochenta. Su fatídico destino se encargó de convertirlo en leyenda. Embrujada.

martes, 17 de marzo de 2009

Búsqueda cesada.

Ojalá mis pies pudieran andar
hasta la tierra que pisas y ves
Y el destino me quisiera llevar
donde tú vayas a estar
lo sabré si algún día
te puedo llegar a alcanzar

Ahora sólo quiero recoger la fina arena
que se cuela y recorre cansada mis venas
mientras la escoba barre las tristezas,
esparcidas, tristes, llenas de penas

Los dolores abandonan el corazón
y la brisa disgrega con atención
lo que has ocultado con esmero
busco sin cesar lo que quiero
sin llegar a saber si te entiendo

¿Que querías de mi
cuando ni siquiera lo sabías de ti?
quiero que continúes buscando
mientras te siga esperando

No esperaré eternamente
pero lo haré de forma paciente
me dejaré llevar al lugar
donde el viento me quiera arrastrar

Lo sabré cuando haya llegado
porque me habrás esperado
pero seguiré buscando lo que quiero
ahora no me esperes, ahora ya lo entiendo


Una canción perteneciente a la BSO de Grandes Esperanzas, una película con unos personajes entrañables, por definirlos con un adjetivo. Basada en el clásico de Charles Dickens, es una adaptación que recomiendo, a mi me encantó. En la BSO hay muy buenas canciones, pero hoy me voy a quedar con Wishful Thinking, de Dunkan Sheik, con fragmentos de la peli. Ilusiones, cosas que deseamos, que añoramos.

lunes, 23 de febrero de 2009

DESCABEZADOS

Son muchas las veces que me pregunto “¿Adónde voy?”, y siempre obtengo la misma respuesta, “ni puta idea”.
Nos destrozamos la cabeza día tras día, buscando objetivos como locos. Reunir dinero para conseguir ese objeto que tanto nos gusta, y nada nos va a aportar. Reunir el valor para decirle a alguien lo mucho que te gusta. Lo mucho que te gustaría tomarte una café en su compañía. O el valor para decirle a alguien lo mucho que te disgusta.
Buscamos el sentido en aprender, en disfrutar, en trabajar. Buscamos pasar los días pensando que mañana será el gran día, y mientras tanto intentamos mantenernos ocupados, pensando en que estamos haciendo algo que nos gusta. O tal vez no, no nos gusta, y seguimos pensando que mañana será el gran día.
Corremos de un sitio para otro, sin detenernos a pensar. No queremos pensar, sólo avanzar, sólo huir hasta que lleguemos al gran día. Y claro, sucede lo típico, pasan los días, las semanas, los meses, los años. Y seguimos esperando, seguimos yendo a la deriva, como un barco en una gran tormenta que es la vida.
Nosotros, pequeños seres diminutos, perdidos en la inmensidad del universo, intentamos buscar el sentido de la vida, como si lo tuviera. No digo que la vida, al no tener sentido, sea mala. La vida es lo mejor que nos puede ocurrir, nos brinda unas experiencias únicas, pero no busquemos sentido.
Y seguiremos huyendo siempre, pero prestemos atención a lo que pase por nuestro lado, porque se irá quedando atrás, y sólo nos quedará la memoria.
Seguiremos avanzando sin saber a dónde nos lleva la corriente, corriendo sin sentido como pollos sin cabeza.
Mis disculpas por la divagación, hoy estoy abajo.


Sigo con otra versión de José Alfredo Jiménez, esta vez le toca a Pa todo el año, interpretada por Iván Ferreiro.

lunes, 2 de febrero de 2009

RECUERDOS

A veces los recuerdos se convierten en cenizas. Y sólo esperan que venga una ligera brisa que los arrastre.
Otras veces se guardan en grandes baúles, arcones de otro tiempo, y los colocamos en el rincón más oscuro de la habitación más alejada, esperando que alguien traiga la llave que los abra, o por el contrario, esperando a que alguien se los lleve, y nunca más sepamos de ellos.
Porque a veces los recuerdos no dependen únicamente de nosotros, y es la persona que está a nuestro lado la culpable de que los momentos se conviertan en algo merecedor de ser recordado. Pero al igual que te conceden la oportunidad de tener un buen recuerdo, están en su derecho de quitártelo. Estás en tu derecho de quitárselo. Porque a veces los recuerdos son a medias. Y sólo queda estar agradecido, porque lo contrario no tendría sentido.
Un recuerdo es un momento, es un olor, es un lugar, una luz, una canción, una cama, una película, un beso. A veces no sabes que estás viviendo un recuerdo, y es más tarde cuando te das cuenta de que aquel momento fue especial. Otras veces crees que tienes que recordar un determinado momento, y sin embargo aparece la brisa que se lo lleva sin tú darte cuenta. Los recuerdos no entienden de raciocinio. Existen, sin más, y nosotros no tenemos ningún poder sobre ellos, son caprichosos y selectivos.
A mí muchas veces me gusta encerrarme con mis recuerdos, y me regodeo en ellos, porque aunque sabes que no volverán nunca, fueron momentos dignos. Y aunque sepamos del no retorno de los recuerdos, y eso nos entristezca, puedo llegar a entender que la melancolía es una felicidad triste.
Hace poco entraron a una de mis habitaciones, y abrieron uno de los baúles. Se llevaron lo que había dentro, y aunque eso no hace que me sienta contento, sé que era inevitable, porque como ya he dicho, a veces no está en nuestras manos.
Puede que algún día regresen aquellos que se fueron, y se presenten en mis sueños. Aunque claro, luego, cuando abramos los ojos, quizá ya no nos acordemos.

Una versión de Jose Alfredo Jiménez, considerado el padre de la ranchera mejicana. En este caso Enrique Bunbury interpreta El jinete, una versión a la altura de la original.

viernes, 23 de enero de 2009

La vida te lleva por caminos extraños3

Metió los brazos por la ranura para abrir hueco, y a continuación metió la cabeza. Impulsándose con los pies se introdujo por completo en la abertura. Empezó a avanzar con lentitud y esfuerzo. Deslizarse no era una tarea complicada, debido a la viscosidad del medio, pero si trabajoso, ya que los puntos de agarre no se caracterizaban por su abundancia.
Avanzó y siguió avanzando eternamente, hasta que llegó a un punto de inflexión. Vio al final del túnel un microscópico puntito de luz. Tal era el asombro que le produjo, que no pudo relacionar este acontecimiento con nada racional. No supo que podía tratarse de una salida, sin embargo, se sentía irremediablemente atraído por la luz. Las pupilas, que habían ocupado la totalidad del iris se redujeron de una manera mínima, pero perceptible.
La prisa hizo acto de presencia, y le entraron unas ganas indescriptibles de alcanzar el punto luminoso. Se deslizó con una urgencia suprema, anhelando aquello tan diferente que estaba observando. Tal vez la luz fuera un ente maligno, una argucia sabiamente urdida por sus demonios para conseguir atraparlo de nuevo. Pero tenía la inevitable sensación de atracción que todos tenemos por lo desconocido.
Por fin llegó, a lo que él supuso el final del camino. Los finales son buenos o malos, y él quería averiguarlo a toda costa. Se detuvo por un momento, observando la tenue franja lumínica que había aparecido ante sus ojos, y su corazón se estremeció pensando en qué podía esperarle al otro lado.
Introdujo los dedos para poder observar qué había en el exterior antes de exponer su cabeza. No sabía muy bien por qué, pero prefería poner en riesgo sus dedos antes que su cabeza. Nosotros podemos hacernos una idea.
Expandió la salida, y palpó con los extremos de los dedos los bordes de la misma. Estaba caliente, y húmedo. Pequeños brotes surgían a modo de cabellos en la superficie.

Una luz incierta llenó por completo sus ojos. Era una luz oscura y lúgubre, pero a él se le antojó sumamente deslumbrante. Comprobó la ausencia de peligro, y decidió salir de lo que había sido su prisión durante mucho tiempo. O no tanto. Maldito dilema.
La abertura lo expulsó cual esfínter de mono, y mejor no haremos la comparación de nuestro personaje. Cayó sobre una superficie horizontal, blanda y aterciopelada, de color azul. El viento hizo acto de presencia, agitando sus cabellos y silbando en sus oídos. Miles de hojas azules bailaban y revoloteaban sobre su cabeza y alrededor de su figura. Sintió una extraña sensación. Frío. Se abrazó a sí mismo. Frente a sus ojos, y hasta donde abarcaba su mirada, se extendía una llanura inmensa cubierta de un manto azul, del que surgían de vez en cuando árboles diseminados por aquí y por allá, como cabellos en una cabeza alopécica. A sus espaldas, comprobó consternado, que la abertura había desaparecido, y el paramento vertical donde había estado situada se extendía hacia arriba y hacia ambos lados indefinidamente. Hacia arriba, hasta fundirse con el cielo oscuro, en el que miles de estrellas brillaban, proporcionando el tenue fulgor que tanto había conseguido maravillar a nuestro personaje. Hacia los lados, hasta fundirse con la línea del horizonte. No había lugar donde resguardarse.

Entonces, vio como una línea de luz se creaba en la bóveda del cielo. No se dio cuenta de que iba hacía él hasta que prácticamente la tuvo encima. Un objeto incandescente cayó a unos dos metros de dónde se hallaba, quemando la alfombra azul que lo rodeaba.
Se acercó al objeto, y lo cogió. Incomprensiblemente, ya no quemaba, pero conservaba un brillo mágico. Lo observó en la palma de su mano. Tenía cinco puntas, y tú y yo enseguida lo habríamos identificado con una estrella. Una estrella tiene un significado, y aunque el hombre desmemoriado no lo sabía, yo puedo deciros que una estrella es ilusión, esperanza, oportunidades, destino, verdad y luz al final del túnel. Por no hacerlo largo.
Todo eso tenía él en la mano. Y la estrella abrió los ojos, y un rostro apareció en su superficie.

-Hola –dijo la estrella.-He venido desde muy lejos para darte la bienvenida, y espero que el viaje no haya sido en vano. Mi misión es corta, sólo he de mostrarte la puerta, pues serás tú el que la cruce.
-¿Qué puerta? Yo no veo ninguna puerta –replicó el hombre desnudo, levantando la vista de su mano, moviendo la cabeza hacia todos lados.
Sin embargo, algo empezó a formarse ante sí, y sorprendentemente, tenía forma de puerta. Nuestro protagonista se acercó a la puerta que se había materializado, y se asomó detrás de ella. No supo muy bien que pensar, porque tanto como por delante como por detrás, sólo veía suelo azul. La misma alfombra que lo ocupaba todo.
-Tu primera pregunta ya está satisfecha –respondió la estrella. Esta puerta se abrirá en breves momentos. Detrás de ella aparecerá una mujer, y te guiará en los primeros pasos del camino. Más tarde, ese primer camino se convertirá en dos, y los dos en cuatro. Y así ocurrirá de manera exponencial. No tendrás más remedio que elegir, sin embargo, tienes que saber que la opción de elegir es infinitamente superior que aquello que te viene impuesto. Sólo podrás recorrer uno, y después otro. Habrá muchos caminos buenos, y muchos malos. Pero solamente podrás elegir uno, así que elige bien. Te cruzarás con gente que en un momento dado optará por tu mismo camino, pero luego tendrás que volver a elegir. –la estrella se tomó una pequeña pausa, y prosiguió: Todo depende de ello. Recuérdalo siempre. Esta primera puerta sólo se abre una vez, espero que sepas recorrer, y apreciar tu camino.
Al lado derecho de la puerta se había materializado una estaca, clavada en el terreno, y en la parte superior, había un tablero a modo de rótulo, en el que se podía leer la palabra VIDA.
Entonces la puerta se abrió, y apareció una mujer que, incomprensiblemente, se parecía a la madre del hombre desnudo. Tenía una mano extendida hacía él, como si lo reclamase. Detrás de ella, existía la luz cálida y clara de un hogar. Nuestro protagonista, no entendía como podía ser que hubiese aparecido detrás del marco de la puerta esa escena, cuando él había comprobado que detrás sólo existía lo mismo que delante de ella.
Sin embargo, lo que veía era real. Miró la estrella, que había perdido su brillo y su rostro, y la apretó con fuerza. La estrella iría con él.
Volvió a mirar a la puerta, y se encaminó con decisión hacía la mano extendida.
Un nuevo camino se abría ante él, y esta vez se antojaba lleno de luz.


Un clásico de Quique González, De haberlo sabido, acompañado por Rebeca Jiménez. Una canción cargada de emotividad. Peor que el olvido fue frenar las ganas de verte otra vez.

martes, 20 de enero de 2009

La vida te lleva por caminos extraños2

Se decidió a poner manos a la obra. Cobró conciencia de su desnudez, y empezó a percibir bajo su espalda la misma sustancia densa y maleable que había palpado con los dedos de las manos. ¿Por qué estaba desnudo? Tampoco encontró la respuesta a esta pregunta, pero pensó que era absurdo que alguien se hubiese tomado las molestias de quitarle la ropa para meterlo en donde fuera que estuviese. Tampoco insistió en la búsqueda, ya que hay algunas respuestas que parecen alejarse siempre.
Estiro los pies, y volvió a tocar la misma sustancia con sus extremidades inferiores. Estaba metido en una especie de bolsa gelatinosa y opresiva, y desde luego, ni que decir tiene, que no tenía la mas remota idea de qué cojones podía tratarse.
El miedo todavía no había hecho acto de presencia, y dio por supuesto desde un primer momento que iba a salir de allí. De una manera o de otra. El pánico y el terror no tenían cabida en la información que sus neuronas se pasaban con urgencia.
Volvió a estirar los brazos en la medida de lo posible, hizo un barrido con las manos, y observó con cierta sorpresa que la superficie que lo envolvía cedía bajo la presión de sus puños. No era gran cosa, pero este pequeño gesto lo animó a seguir explorando. La palabra rendición no estaba en su diccionario.
Giró sobre si mismo, para poder estirar los brazos por encima de su cabeza. Sabía lo que tenía arriba, lo que tenía abajo, y lo que había a sus pies. Pero todavía no había podido cerciorarse de lo que había por encima de su cabeza. Estiró los brazos, y comprobó un poco consternado que el mismo material lo recubría uniformemente en todas direcciones.
El primer paso ya estaba dado, sabía donde estaba, aunque no lo supiese. A pesar de la situación, y de su desnudez, no era mala la sensación que tenía. La temperatura ahí dentro era agradable, y el olor era neutro. Claro que lo de estar encerrado era una putada.
Empezó a sentirse un poco inquieto, pensando en que tal vez fuera posible que el oxígeno se terminase. El siguiente paso era recorrer toda la superficie envolvente, palpar, conocerlo todo hasta el más mínimo detalle. Si lo habían metido allí por algún sitio, lo más probable es que pudiese salir por el mismo lugar. Aunque claro, tal vez los demonios hubiesen sellado la abertura. Jodidos demonios, nunca le ponían las cosas fáciles.
Empezó a tocar todo lo que estaba a su alcance, analizando cuidadosamente cada centímetro que sus manos podían tocar. Cada milímetro. Pasaron minutos, horas, y quién sabe, tal vez días. El concepto del tiempo en el culo de un mono, no tiene un significado especialmente importante. Más que nada, porque no hay ningún acontecimiento que te haga diferenciar un momento de otro. El tiempo se convierte en algo plano, y se convierte en un concepto inaceptable para nuestro personaje. Incomprensible. El tiempo es nada y todo a la vez. Eterno e inexistente cual paradoja.
Giró sobre sí mismo una y otra vez, colocó su cabeza en el lugar que antes habían ocupado sus pies. Una y otra vez. Sin prisa. Tampoco es que tuviera prisa, nada ni nadie le esperaba, que él supiera, ahí fuera. Si es que “ahí fuera” existía, claro. Además, incomprensiblemente, las necesidades fisiológicas habituales en cualquier ser humano mostraban una extraña reticencia a aparecer. Tanto mejor.
Entonces, después de recorrer exhaustivamente cada milímetro de su envoltorio, encontró una pequeña irregularidad en la superficie. Una pequeña fisura, tal vez fuera exagerado decir tan estrecha como un cabello, pero a él le pareció una buena analogía. Estamos hablando de un cabello de unos dos centímetros de largo. Había pasado mucho tiempo, o poco, no lo sabía con exactitud. Ni sin ella.
Introdujo las uñas en la fisura, y poco a poco, conforme sus dedos se iban introduciendo en ella, el cabello comenzó a crecer en longitud. La oscuridad seguía empecinada en cubrirlo todo, y aunque notaba que la fisura si iba convirtiendo en una grieta, no había ningún signo luminoso que indicara una salida próxima.
De todas formas, el primer paso ya estaba dado, y dio gracias a los demonios por haber encontrado un pelo de dos centímetros. El segundo paso era introducirse por la grieta que había surgido como por arte de magia, y llegó a esta sabia conclusión después de largas deliberaciones consigo mismo. Fue capaz de deducirlo por eliminación, y debemos reconocer que fue un pensamiento acertado.


Hoy escucho Bunbury&Vegas-Puta Desagradecida: No conozco a nadie que mienta como tú, con tanta disciplina, precisión y sinceridad. Te ganaste tu lugar con ingeniosa ingenuidad, aún no entiendo como eres capaz de sentirte peligrosa siendo tan vulgar.
Mua, mua y mua!!

jueves, 15 de enero de 2009

La vida te lleva por caminos extraños1

Cuando abrió los ojos no tuvo muy claro dónde se encontraba. Ni siquiera tuvo claro si realmente los había abierto. Cuando su conciencia se hubo recuperado, se percató de que sus párpados se estaban moviendo, o al menos, tenía esa sensación. Y eso sólo podía significar una cosa, o al menos eso es lo que dio por sentado. Supuso, con ciertas reservas, que estaba despierto.
Nos preguntaremos entonces por qué no pudo apreciar, en principio, si sus ojos estaban abiertos o cerrados. Y la respuesta es sencilla, aquello estaba más oscuro que el culo de un mono, por decir algo.
De todas formas, hacía tiempo que su cabeza no funcionaba. O bueno, sí, funcionaba, pero digamos que no de la manera correcta. Hacía tiempo que mantenía una lucha constante con sus demonios particulares, y aunque siempre se había considerado una persona de mentalidad sana y fuerte, de un tiempo a esta parte no le quedaba más remedio que reconocer que la fortaleza de sus fantasmas era cuanto menos, envidiable.
Y es por esto que, aunque percibía que los músculos que envuelven los ojos se movían en su eterno acto reflejo, seguía sin saber con auténtica convicción si estaba despierto, o por el contrario, no lo estaba. Lo cual tampoco quiere decir que estuviera durmiendo, no demos por sentadas ciertas cosas.
En cualquier caso, habíamos dicho que su conciencia si había despertado, y la sensación que tuvo, por seguir con el mismo ejemplo, era la de estar embutido en el culo de un mono. Gigante, claro. Todavía podía pensar con claridad, y estaba totalmente convencido de que en el culo de un mono tamaño estándar no cabía. Así que tenía que ser un mono gigante. Una deducción no exenta de brillantez, si lo pensamos con detenimiento.
Percibió una cierta presión uniforme y homogénea en su espalda, de lo cual dedujo que era probable que estuviese en posición horizontal, con la vista dirigida hacia arriba, hacia la oscuridad impenetrable.
Decidió pasar a la acción, y empezó a mover los dedos de las manos. No se atrevió a levantar los brazos, por miedo, y se dedicó a juntar esfuerzos para conseguir su cometido. Le atormentaba la idea de que alguien lo hubiese encerrado. Y más le atormentaba la idea de que lo hubiesen encerrado en un lugar pequeño, claustrofóbico y vacío. Esa idea empezó a abrirse paso entre la materia gris de su cerebro, ya que el silencio era extrañamente absoluto, y su respiración llegaba a sus oídos amplificada por un eco cercano, rebotado en una inquietante proximidad.
Cuando por fin lo hizo, sus peores sospechas se hicieron realidad, y sus manos toparon con una superficie blanda, viscosa y gelatinosa, pero firme, una vez hubieron recorrido una distancia de unos veinte centímetros. No sabía quién había puesto aquello allí, ni quién o qué lo había puesto a él allí. Pero si estaba allí era por algo.
Y la respuesta es sencilla. Estaba allí porque tenía una misión que cumplir. Y no era otra que escapar. Tal vez hubiera hecho algo mal, o le hubiera hecho mal a alguien, y tal vez esa fuera la causa por la cual se encontraba en esa tesitura tan poco agradable. Pero una cosa estaba clara. En ningún caso eso tenía alguna importancia en esos momentos. Aparte de que no recordaba nada de lo ocurrido con anterioridad, sabía que eso no era relevante. Sólo existía el presente, y cobró plena conciencia de ello.
Así que dejó de intentar romperse los cuernos pensando en cualquier causa que lo hubiera conducido a ese lugar, porque eso tampoco lo iba a sacar de allí. Tenía que pensar en el futuro, y eso pasaba por analizar su situación actual. Pasaba por lo único que tenemos, que no es otra cosa que el presente. Y sobre todo, tenía que actuar. La situación, desde luego, no era agradable, pero hasta él, el hombre sin memoria, era capaz de saber que la vida siempre te lleva por caminos raros. Y todos sabemos que los caminos están para andarlos. Por tanto, se dijo a sí mismo que debía empezar a recorrer el camino que lo llevaría al final del mismo, para de esa forma poder comenzar otro. Tenía la esperanza de que ese segundo camino fuera más agradable.
Pero estaba pensando demasiado. Tenía mucho trabajo que hacer antes de pensar en lo que iba a suceder después. Tenía un primer camino por recorrer, y aparte de ser un camino raro, tenía muy poca luz. Pero poca poca, y es que ya sabéis, el camino estaba tan oscuro como el culo de un mono gigante.


Hoy tenemos para cenar Calamaro a la plancha..Yo soy un loco, que se dió cuenta, que el tiempo es muy poco...a lo mejor resulta mejor así.