jueves, 11 de diciembre de 2008

EL EQUILIBRIO


El equilibrio

Esa palabra tan desconocida, y a la vez tan conocida por todos. Bonita palabra, el objetivo que todos buscamos. Fea palabra, el objetivo que nadie es capaz de conseguir. Esa palabra que está justo en el punto medio entre lo desconocido y lo conocido, entre lo bonito y lo feo. No está ni en un lado ni en otro. Ni es una cosa ni es la otra. Es exactamente el punto donde lo bonito se convierte en feo. Un lugar conflictivo en modo sumo, al que es difícil, peligroso y tentador el querer aproximarse. El punto donde lo bueno puede llegar a ser un conflicto.

Cabría decir por tanto que el equilibrio es CERO, donde lo negativo pasa a ser positivo, o al revés. Un solo número (o sólo un concepto) entre la infinidad de los números contables, naturales, racionales, fraccionarios, irracionales, complejos, decimales, y sobre todo, negativos y positivos. Un solo estado entre el interminable mundo de todo lo existente, el infinito.
Siguiendo con la analogía del cero, podemos afirmar que el equilibrio es un estado en el que ni se siente, ni se padece. El cero es la ausencia de sentimientos, la ausencia de cualquier objeto o cosa. La NADA por antonomasia. ¿Por qué entonces lo buscamos con tanto ahínco? Me atrevería a decir que el equilibrio no es el objetivo, sino el camino. No nos gustan los finales, nos gusta pensar en alcanzarlos, pero no el momento de la cima. Y es que, normalmente, las expectativas siempre son superiores a lo que encontramos realmente. Exacto, una decepción tras otra, siendo exagerados.

¿Existe el equilibrio? Es evidente que sí. Todo, en algún momento, se encuentra en una situación en la que ni sube, ni baja. La balanza presenta la misma cantidad en cada uno de sus brazos. Aunque claro, ese instante es fugaz, y después no te quedará más remedio que sentir frío o calor.
El mundo está lleno de dualidades, de machihembrados. Sin ellos, el equilibrio no sería posible. Y con ellos, el equilibrio es imposible. La luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo, el hombre y la mujer. El amor y el odio. El agua y el fuego. Ni con ellas ni sin ellas. Nos pasamos la vida buscando uno de ellos, y rechazando el otro, o viceversa en cualquier momento. Es obvio que cualquier cosa tangible o intangible sin su opuesto jamás podría llegar a equilibrarse. ¿Con qué si no? Es de esta manera como el equilibrio se convierte en un fruto directo de las dualidades de la existencia, real o abstracta, viva o inerte.

Nosotros mismos somos un ejemplo de equilibrio. ¿De qué estamos compuestos? ¿No es evidente que somos materia en equilibrio? El vértigo de pensar cómo es posible que existamos es enorme, y casi te dan ganas de tirarte al vacío.
Nos vemos como unidades indivisibles, pero si somos capaces de mirar en nuestro interior nos daremos cuenta de que somos un conjunto de órganos que se agrupan formando un perfecto equipo en equilibrio.
Si miramos más profundamente, y analizamos nuestros componentes básicos, veremos que están formados por pequeñas partículas indivisibles que por alguna extraña razón han decidido permanecer juntas, los átomos. Y es aquí donde realmente está la gracia. Los electrones y los protones, que parecen girar de una forma caótica, están continuamente compensando sus cargas opuestas, sumando sus fuerzas para que el resultado de las mismas sea CERO. El equilibrio.

La naturaleza está en equilibrio, pero sin dejar de estar quieta. Es lo que podemos llamar equilibrio inestable. ¿Cómo si no podemos observar el cielo, cambiando de tonalidades desde que el sol se levanta hasta que se acuesta? Los mismos colores se presentan en una absoluta armonía, sin ninguna distorsión, dando muestra del equilibrio existente en el universo. El agua del mar y el murmullo eterno de las olas. Cualquier acontecimiento banal y diario al que no prestamos atención. ¿De dónde sale este equilibrio? ¿De dónde salen las dualidades que nos guían hacía él?
En cualquier caso es maravilloso, y yo seguiré buscándolo eternamente, a pesar de que soy géminis. Y los géminis no tenemos mucha idea de dualidades extrañas…


La canción inevitable del día no es otra que El equilibrio es imposible, Los piratas.
Si cada vez que vienes me convences, me abrazas y me hablas de los dos..y yo siento que no voy, que el equilibrio es imposible cuando vienes y me hablas de nosotros dos. No te diré que no, yo te sigo porque creo que en el fondo hay algo...Preciosa, de verdad.

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