martes, 30 de diciembre de 2008

¿Quién sabe?

Se acabó el 2008, bienvenido 2009.

...quizás nos veamos pronto
quizás en las horas crepusculares
o cuando sus violáceos colores
de cuentos de hadas
hayan dejado paso a la luna
...quién sabe?

a lo mejor quiera llamarte
puede q no pueda hablarte
puede que quiera
y tal vez no pueda
porque algo intangible como los sueños
quiera que no suceda

a lo mejor te llamo
y quizás nadie conteste
"dónde te has metido?"
puede que en los sueños
de los que no soy dueño
en la remota oscuridad escondidos
en la inalcanzable nostalgia perdidos
en la gris melancolía
cuando nada se sabía
quién sabe?

algo o tal vez alguien
nos eche de menos
pero nada ni nadie
nos lo podrá decir
tal vez la fría noche cargada de estrellas
de aquellas que nos hicieron mella
q iluminan con su luz muerta y azulada
esas escenas de cuentos de hadas
sombras q nunca podran apreciarlas
...como nosotros...quién sabe?


Uno de los grandes temas del señor Ferreiro, por no decir el hit por excelencia, Turnedo. En el video Ferreiro hace una pequeña introducción del tema, explicándolo, para posteriormente interpretarlo en directo. Tremenda canción.


jueves, 11 de diciembre de 2008

EL EQUILIBRIO


El equilibrio

Esa palabra tan desconocida, y a la vez tan conocida por todos. Bonita palabra, el objetivo que todos buscamos. Fea palabra, el objetivo que nadie es capaz de conseguir. Esa palabra que está justo en el punto medio entre lo desconocido y lo conocido, entre lo bonito y lo feo. No está ni en un lado ni en otro. Ni es una cosa ni es la otra. Es exactamente el punto donde lo bonito se convierte en feo. Un lugar conflictivo en modo sumo, al que es difícil, peligroso y tentador el querer aproximarse. El punto donde lo bueno puede llegar a ser un conflicto.

Cabría decir por tanto que el equilibrio es CERO, donde lo negativo pasa a ser positivo, o al revés. Un solo número (o sólo un concepto) entre la infinidad de los números contables, naturales, racionales, fraccionarios, irracionales, complejos, decimales, y sobre todo, negativos y positivos. Un solo estado entre el interminable mundo de todo lo existente, el infinito.
Siguiendo con la analogía del cero, podemos afirmar que el equilibrio es un estado en el que ni se siente, ni se padece. El cero es la ausencia de sentimientos, la ausencia de cualquier objeto o cosa. La NADA por antonomasia. ¿Por qué entonces lo buscamos con tanto ahínco? Me atrevería a decir que el equilibrio no es el objetivo, sino el camino. No nos gustan los finales, nos gusta pensar en alcanzarlos, pero no el momento de la cima. Y es que, normalmente, las expectativas siempre son superiores a lo que encontramos realmente. Exacto, una decepción tras otra, siendo exagerados.

¿Existe el equilibrio? Es evidente que sí. Todo, en algún momento, se encuentra en una situación en la que ni sube, ni baja. La balanza presenta la misma cantidad en cada uno de sus brazos. Aunque claro, ese instante es fugaz, y después no te quedará más remedio que sentir frío o calor.
El mundo está lleno de dualidades, de machihembrados. Sin ellos, el equilibrio no sería posible. Y con ellos, el equilibrio es imposible. La luz y la oscuridad, lo bueno y lo malo, el hombre y la mujer. El amor y el odio. El agua y el fuego. Ni con ellas ni sin ellas. Nos pasamos la vida buscando uno de ellos, y rechazando el otro, o viceversa en cualquier momento. Es obvio que cualquier cosa tangible o intangible sin su opuesto jamás podría llegar a equilibrarse. ¿Con qué si no? Es de esta manera como el equilibrio se convierte en un fruto directo de las dualidades de la existencia, real o abstracta, viva o inerte.

Nosotros mismos somos un ejemplo de equilibrio. ¿De qué estamos compuestos? ¿No es evidente que somos materia en equilibrio? El vértigo de pensar cómo es posible que existamos es enorme, y casi te dan ganas de tirarte al vacío.
Nos vemos como unidades indivisibles, pero si somos capaces de mirar en nuestro interior nos daremos cuenta de que somos un conjunto de órganos que se agrupan formando un perfecto equipo en equilibrio.
Si miramos más profundamente, y analizamos nuestros componentes básicos, veremos que están formados por pequeñas partículas indivisibles que por alguna extraña razón han decidido permanecer juntas, los átomos. Y es aquí donde realmente está la gracia. Los electrones y los protones, que parecen girar de una forma caótica, están continuamente compensando sus cargas opuestas, sumando sus fuerzas para que el resultado de las mismas sea CERO. El equilibrio.

La naturaleza está en equilibrio, pero sin dejar de estar quieta. Es lo que podemos llamar equilibrio inestable. ¿Cómo si no podemos observar el cielo, cambiando de tonalidades desde que el sol se levanta hasta que se acuesta? Los mismos colores se presentan en una absoluta armonía, sin ninguna distorsión, dando muestra del equilibrio existente en el universo. El agua del mar y el murmullo eterno de las olas. Cualquier acontecimiento banal y diario al que no prestamos atención. ¿De dónde sale este equilibrio? ¿De dónde salen las dualidades que nos guían hacía él?
En cualquier caso es maravilloso, y yo seguiré buscándolo eternamente, a pesar de que soy géminis. Y los géminis no tenemos mucha idea de dualidades extrañas…


La canción inevitable del día no es otra que El equilibrio es imposible, Los piratas.
Si cada vez que vienes me convences, me abrazas y me hablas de los dos..y yo siento que no voy, que el equilibrio es imposible cuando vienes y me hablas de nosotros dos. No te diré que no, yo te sigo porque creo que en el fondo hay algo...Preciosa, de verdad.

sábado, 6 de diciembre de 2008

OSCURO

OSCURO

El dia esta gris y mi alma se entristece
mientras el dia pasa y los minutos crecen
mi pecho se encoge y la luna aparece
sonidos nocturnos y turbios me mecen
con el bosque desesperado y gritando
gritos que me estremecen.

los colores me envuelven
el viento me hace girar
y en este mundo de fantasia
me pongo a gritar
gritos que se pierden
en el infinito de la oscuridad

no hay sueños sin ilusion
ni fantasias sin decepcion
y es en este lugar
donde me invade la soledad

las hojas bailan y el viento me habla
"donde estabas cuando me ahogaba?"
y en este mundo de fantasia
me pongo a gritar
mientras intento respirar

el crepusculo grita
y tu rostro mojado se ilumina
por el llanto de la luz estrellada
y entonces te pregunto
"donde estabas cuando me ahogaba?"
y en este mundo de fantasia y sueño
me pongo a gritar
hasta que consigo despertar.


Facto delafé y las flores. Sentimiento y poesía hecha canción mediante música fusionada, combinando pop-rock con rap y toques electrónicos.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Dudando entre. Capítulo6. Desenlace.

Recorrieron las apagadas calles del casco histórico a bordo de un taxi conducido por un rumano que, gracias a dos, a esas horas no tenía muchas ganas de hablar. Eso, o que no tenía un gran dominio de nuestro idioma.
La gente empezaba a retirarse a sus casas, algunos con aspecto no demasiado alentador. Salieron de la zona de marcha, y tras unos minutos dirigiéndose a la costa, llegaron a su casa.
Pagaron al taxista, que se esfumó chirriando ruedas como si realmente tuviera prisa. Se encaminaron al portal, abrió, y se introdujeron en el ascensor. Durante el breve trayecto se miraron a los ojos, respirando tensión, anhelos, deseos. Ansiosos, los dos esperaban expectantes a que sucediera algo, y entonces se abrió la puerta.
Entraron en la casa, y se dirigieron al final del pasillo, que desembocaba en la amplia estancia que él utilizaba como salón. Cogió unas velas aromáticas, e iluminó la estancia levemente, provocando un baile de sombras. Sombras oscuras sobre sombras tenues. A continuación se dirigió al mueble bar, aquel que había abierto hacia unas horas para servirse el primer refrigerio.
-¿Te importa que me ponga cómoda?
-Estás en tu casa. Puedes pasar a la habitación. Es esa de ahí. En el armario encontrarás camisetas limpias.
La chica entró a la habitación, se desvistió dejando su ropa en la silla que vio libre, y con la ropa interior como única vestimenta, fue hasta el armario para ponerse una camiseta dos tallas más grande que la suya. Mientras tanto, él ponía las últimas copas de la noche, y ponía en funcionamiento el reproductor. Música variada.
Se sentaron en el sofá, uno al lado del otro.
-Dime una cosa, ¿Ahora mismo, aquí conmigo, eres feliz?-preguntó ella.
-Esto es lo más cerca que estoy de ser feliz, teniendo en cuenta que sólo somos felices cuando soñamos con la felicidad. Preferimos la cacería a lo que cazamos. Cuando conseguimos algo, dejamos de quererlo, y deja de ser el objeto de deseo. Así que la respuesta es que ahora soy feliz. Mañana tendré que fantasear con otra cosa que no seas tú para volver a ser feliz. O con otra cosa sobre ti.
-Entiendo. El truco está en no conseguir nunca lo que queremos, para mantener viva la llama de la fantasía, ¿no? Una búsqueda eterna de lo anhelado.
-Parece difícil de entender, pero es la única manera de que nos podamos sentir vivos.
-¿Sabes qué es lo que deseo ahora? –los ojos le brillaban a la luz de las velas, y las sombras de sus cabellos se movían sobre la camiseta. Sus labios, entreabiertos, esperaban impacientes, brillantes por el gintonic.
-¿Aparte de terminarte la copa?
La chica lo miró intensamente, las pupilas dilatadas por la penumbra. Mirar en ellas era como asomarse a un pozo sin fondo. No respondió a la pregunta que él había formulado. Se levantó para volver a sentarse sobre las piernas de él y entonces empezó a desvestirlo con delicadeza, a besarlo, mientras él se dejaba mansamente, y correspondía con sus labios y con sus caricias.
Las copas quedaron abandonadas a su suerte, tristemente inacabadas.
La cogió de la mano, y se dirigieron a la habitación. Ella se tumbó boca arriba, y él se puso encima, quitándole la camiseta. Recorrió su cuerpo con besos, y al llegar abajo le quitó las braguitas con dulzura, mientras ella levantaba las piernas.
Entonces se abandonaron al antiguo arte de amarse y el tiempo se detuvo. La magia de lo inevitable apareció, las palomas salieron de la chistera, y los dos cuerpos se fusionaron mientras las venas de ambos se entrelazaban y sus almas parecían mezclarse.
Se olvidó de todo, del cielo y de la tierra, de quién era en esos momentos de su vida, de dónde estaba. Sólo recuerda que la última vez que tuvo los ojos abiertos vio la luz a través de las rendijas, y que vio a la chica dormir plácidamente a su lado, agotada después de una larga noche. Entonces sus ojos se despidieron, y se sumieron en la oscuridad de los sueños que nunca terminan.

Volvió a respirar profundamente, y volvió a la realidad del presente, apoyado en la barandilla de acero, observando el infinito, la mirada perdida en el eterno horizonte. El sol empezaba a calentar, pero la brisa del océano amortiguaba el efecto, provocando una sensación incierta, pero agradable. Las gaviotas seguían chillando sobre el agua, incansables, y las olas del mar rugían, rompiéndose una y otra vez contra las rocas. Las nubes corrían en el azul del cielo, empujadas por el viento.
Unos brazos le rodearon, alejándolo de sus ensoñaciones y de su abstracción, y un breve aroma lo envolvió. Se giró, y se encontró de nuevo frente a ella, frente a sus ojos impenetrables, profundos. Alegres, amables.
-Todavía no me has dicho como te llamas…-dijo ella.
-Tampoco lo has hecho tú, ¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Esperanza.
En ese momento escucharon como se abría la puerta de entrada de la vivienda, y pasados unos segundos, una cabeza femenina asomó por la puerta de la habitación.
-¡Helena!-exclamó él.
Y por supuesto, cuando una puerta se abre en algún sitio, hay otra que se cierra, tal vez para siempre. Y es que el equilibrio es imposible, y a la vez, necesario.



Escribo sobre ti desde hace mucho, incluso antes de conocerte, y si no te veo aquí, te veré en mis sueños....tengo mi tristeza siempre ahí, escondida poniéndose guapa y cuento con ella pa q me sepa guiar, mas alla de ti, mas alla de mí...Tristeza, Ferreiro con la China. Preciosa.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Dudando entre. Capítulo5

-¿No te vas con ellas?
-Creo que correré el riesgo de hacerte compañía. Hablábamos de tu novia…
-Desde luego, si no paras de mencionarla, voy a tenerlo difícil para olvidarla. ¿Qué me dices de tu novio?
-Ahora mismo lo tenía casi olvidado.
-¿Crees que lo que haces es ético?
-¿Te refieres a estar contigo?
-En efecto.
-Mira, te lo acabo de decir, me gustas. Y cuando algo me gusta, intento conseguirlo.
-Entiendo. Sería de mal gusto dejar escapar las oportunidades, ¿verdad? ¿No te importan las personas que quieres?
-Sólo estoy hablando contigo, no te he prometido nada. Quiero a mi novio. Pero estoy viva, y no me conformo con poco. No me gusta ponerme limitaciones. Hay mucha gente que vale la pena, y sería tonta si no cumpliese con mi tarea de intentar conocerla.
Meditó por unos segundos antes de responder.
-Eres un poquito ambigua, ¿no crees? A ver si lo he entendido bien. Quieres a tu novio, pero a la vez no lo estás haciendo mal al entablar conversación conmigo.
-¿Me estás llamando hipócrita? No soy yo la que ha salido sola en busca de “experiencias”…
-Perdona, pero yo he quedado con mis amigos. Y yo si que quiero a mi pareja.
-Ya, ya. ¿Y por qué no te has ido con ellos? ¿Y ella?
-De acuerdo. Me has pillado, escuchar tus palabras es como verme reflejado en un espejo. En ocasiones no me gusta sentirme solo, y es por eso por lo que he salido esta noche. Tenía la esperanza de encontrarte. De todas formas, parece que estés acostumbrada a abordar el género masculino…
-¿Pedimos la última copa?-interrumpió la chica.
-De acuerdo.-volvió a levantar la mano por enésima vez.
-No suelo hacerlo. No veo la vida como una contrarreloj, sino como una carrera de fondo. La última vez que lo hice fue hace año y medio, precisamente con el que ahora es mi actual “amigo”.
-No sé si creérmelo…
El camarero puso dos vasos anchos delante de ellos, y vertió ginebra de manera abundante, haciendo crujir los cubitos.
-Créetelo. ¿Y cómo sé yo que tú no haces esto todos los fines de semana? Tal vez seas tú el que mientes, aunque si me mintieras serías tú el engañado. Quizá yo sea una más en tu lista.
-No lo eres. Hacía más de dos años que no me cruzaba con alguien como tú. Y ahora estás aquí, y parece todo tan sencillo. Es curioso ver como pasa el tiempo, se nos escurre como arena entre los dedos, y de repente un día es diferente. Sin embargo, ese día te parece el más normal de todos los días.
-Empiezo a estar un poquito mareada. ¿Salimos a tomar el aire?
-Muy bien, a mí tampoco me vendrá mal.

Salieron a la noche, y el aire fresco les agitó los cabellos, espabilándolos por unos instantes. Empezaba a tener la mente un poco abotargada, pero intentaba mantener las apariencias. Ella parecía completamente sobria.
-¿Qué te parece si pedimos un taxi?-dijo la chica.
-¿Dónde quieres ir?
-En mi casa es posible que haya gente, y me apetece estar a solas contigo. Tal vez podamos ir a tu casa.

Un mar de dudas se le pasó por la cabeza. Pensó en su novia, y pensó si lo que le apetecía estaría bien o mal. Le gustaba esa chica, y su novia no estaba para abrazarlo esa noche. Decidió que sus instintos decidieran por él. Eligió el cariño, los abrazos, los besos fugaces de una única noche. Eligió la calidez de otro cuerpo al lado del suyo. Eligió no estar sólo, sudar y respirar. Fue egoísta.
-De acuerdo, vayamos a mi casa. Nos tomaremos el último gintonic, si quieres.


Vetusta Morla, Un día en el mundo. Melodías creando perfectas atmósferas musicales con grandes arreglos aderezadas por la inconfundible voz de su cantante. Buena letra, aunque tal vez un poco caótica y desordenada. Un sorprendente descubrimiento.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Dudando entre. Capítulo4

-¿Te ibas?
-La verdad es que sí, he quedado con unos amigos en “Tiempo Perdido”.
-¿Por qué no les llamas y les dices que llegaras un poco más tarde?
-Tienes suerte, soy fácil de convencer. Tal vez no haga falta llamarlos.
-Entonces, ¿tienes tiempo para tomarte una copa conmigo?
-¿Y tus amigas?
-No te preocupes, saben cuidar de sí mismas.
-Entonces acepto gustoso tu invitación.

La chica sopló hacia arriba, en un intento fallido de apartarse un mechón de pelo que le caía sobre un ojo, para posteriormente apartárselo con suavidad con la mano. Con el movimiento liberó pequeñas partículas de discreta fragancia. Fue ella la que inició de nuevo la conversación.
-He visto que no podías quitarme los ojos de encima.
-¿Tanto se me notaba?
-Bueno, lo cierto es que a mí también me has llamado la atención, aquí, tan solito. Pero no se te da nada bien lo de disimular. Y dime, si tus amigos están en otro sitio, ¿por qué estás aquí solo tomándote una copa?
-Me dijeron que llegarían tarde, así que he decidido entrar a hacer un poco de tiempo. –mintió él.
Hizo un gesto al camarero, que se acercó a servirles.
-¿Qué tomas? –preguntó a la chica
-Un gintonic, por favor.
Le pidió dos gintonics al camarero, que se prestó a la tarea de inmediato.
-Y tu novia, ¿no sale esta noche? Porque imagino que alguien como tú no estará soltero y sin compromiso.
-Hoy he decidido salir solo…Carraspeó.-bueno, con mis amigos.
-¿Soléis salir cada uno por vuestra parte?
-Últimamente lo hacemos más a menudo. Los dos necesitamos nuestro espacio, necesitamos sentirnos libres de vez en cuando. ¿Y tu novio?
-Casualmente hoy no salía. ¿Y confías en ella? Quiero decir, ¿No crees que tal vez esté haciendo lo mismo que tú?
-¿Y que estoy haciendo yo, según tú?
-Sin duda estás flirteando con una desconocida, con unas intenciones algo más que dudosas.
-Perdona, pero eso lo supones tú. Has sido tú la que ha venido. De todas formas, confío en ella, por eso continúo mi relación. ¿Qué es una relación sin la confianza mutua?
Dieron unos tragos a sus respectivas copas, que iban descendiendo de nivel a una velocidad alarmante.
-Es cierto, ¿pero no crees que esa confianza puede dar pie a una tentación? Quizá encuentre a alguien interesante, y se olvide de tí en algún momento.
-Algo parecido me está ocurriendo, aunque yo no consigo olvidarme de ella.
-¿Me encuentras interesante?
-Sin duda alguna.
La chica volvió a llamar al camarero.
-¿Y crees que esto es bueno para tu relación? Porque tienes que saber que a mi me gustas, y que detrás de tus ojos veo algo que me gustaría poder llegar a saber. Por eso me he acercado a saludarte…
-Tú a mí también me gustas, de hecho había pensado en acercarme a vosotras, pero finalmente pensé que estabais demasiado ocupadas. Así que iba a marcharme cuando te he encontrado delante de mí. Me ha encantado. Me encantan las chicas que saben lo que quieren. Denota fuerza, decisión, y eso es algo que me atrae muchísimo.
-¿Te estás olvidando de tu novia?

Se quedó pensativo, incapaz de encontrar una respuesta adecuada. Imágenes, reales y ficticias se cruzaban fugazmente por su cabeza, confundiéndolo. Reales con su novia, imaginarias con la desconocida. Optó por lo más sencillo. Mantener la boca cerrada.
En ese momento las amigas de la chica se levantaron, hicieron unos gestos de despedida, y se marcharon. La chica agitó la mano, correspondiendo a los gestos.


Os dejo con la mejor historia de amor jamás cantada, aunque puede ser que mi opinión no sea muy objetiva. Aunque tan válida como cualquier otro punto de vista. M, Los Piratas:

jueves, 20 de noviembre de 2008

Dudando entre. Capítulo3

Paseó en la noche aterciopelada, recorriendo intrincadas callejuelas oscuras. La zona de marcha estaba cerca, y ya había tomado una copa, así que dejó el coche aparcado en casa.
Después de unos minutos caminando, empezó a cruzarse con grupos de gente, que se disponían a pasar una amena y entretenida noche de fiesta entre amigos. Se disponían a olvidarse por unos instantes de los días iguales.
Algunos chillaban, se reían, y para algunos la noche ya había terminado, acurrucados entre los coches con los restos de la cena entre las piernas. Los gorrillas-yonkis intentaban aparcar algún coche, o bien recoger lo suficiente para meterse otro piquito o fumarse un chino. Y algún que otro macarra pasaba con el coche con la música discotequera a todo trapo.
Lo de siempre, pero diferente. Nada nunca es igual, y por eso lo observaba todo como si fuera la primera vez. Tenía sus cinco sentidos en orden, y era consciente de que debía sacarles el máximo provecho. No hacerlo sería desperdiciar lo más bonito que poseía.
Pasó de largo por delante de algunos garitos tenuemente iluminados por luces de neon, algunos vacíos todavía, algunos llenos hasta la bandera. No le convenció ninguno, así que siguió caminando hasta encontrarse en la puerta del “Reloj Parado”.
El local pretendía hacer justicia a su nombre, pero para bien. Aspiraba a ofrecerte buenos momentos que nunca se acabaran, lo cual lógicamente era algo difícil de conseguir. Sin embargo, lo intentaban, o hacían como que lo intentaban, y eso ya es algo a tener en cuenta. Así que entró.
El pub estaba sumido en la penumbra, dándole un carácter íntimo, pero con la suficiente luz como para poder mirar a la gente sin que ésta se sintiese observada. Los sofás invadían la mayor parte del espacio, confiriéndole un aspecto acogedor y confortable que las personas agradecían, como se podía deducir de las pocas plazas disponibles.
La música, alta, pero sin impedir la conversación entre los habitantes del local. En ese momento sonaban The Killers, Somebody told me, y terminó de convencerse. Se encaminó hacía la transitada barra, en la que todavía quedaban algunos huecos.
Había divisado un taburete libre y lo ocupó. Llamó al camarero, y pidió un gintonic. Con una rodajita de limón, por favor. Echó una ojeada a su alrededor, pero no vio nada que le llamase la atención, así que se concentró en la música, su copa y en la entrada del local. Transcurrieron dos gintonics más y empezaba a estar un poco afectado por los efectos del alcohol. Tal vez fuera hora de cambiar de aires, y dirigirse a otro lugar, pero en ese momento se abrió la puerta.
Entró un grupo de chicas, y tal vez alguna de ellas podía resultar interesante. Si finalmente no era así, por lo menos tendría un lugar donde mirar. Decidió darse una tregua, pensando en abordarlas, y pidió una cerveza, para mantener las formas.
Las chicas se dirigían hacia él, y al pasar por su lado las miradas se cruzaron. Pasaron de largo, y se sentaron en un sofá a unos cinco metros de su ubicación. Se quedó mirándolas, pero con discreción. Eran cuatro, y aunque ninguna estaba mal, había una que le había llamado poderosamente la atención. Vestía una minifalda vaquera debajo de la cual asomaban unas medias a rayas de colores vivos, y que terminaban en unos zapatos rosas de medio tacón. En la parte de arriba, una camiseta de color violeta, que sugería unos pechos generosos, y cruzándose sobre ellos, un bolso rosa con un dibujo que no conseguía distinguir. Una abundante cabellera rubia caía sobre sus hombros.
Ella levantó la cabeza para llamar al camarero, y los ojos de ella se posaron por unos instantes en los de él. Intentó atraparla con la mirada, pero cuando el camarero le hizo caso, pareció olvidarse.
Sin embargo, advirtió que de vez en cuando lo miraba de reojo. Podía notar los ojos de la chica en su espalda. Se concentró por un instante en tomar tragos de su cerveza, y quiso darle un descanso a sus ojos. No quería parecer un simple desesperado, no lo era.
Se terminó la copa, y ella parecía muy ocupada con sus amigas. Tal vez no era el momento, así que volvió a girarse hacia la barra, buscando con la mirada al camarero para pedirle la nota. Cambiaría esa barra por otra.
Se disponía a levantarse, pero al darse la vuelta se encontró unos ojos color miel y de gran expresividad que parecían sonreír, insertados en un óvalo perfecto, enmarcado por unos tirabuzones rubios. Se quedó sin habla por un momento, pero ella le sacó de la tesitura al abrir unos labios rojos, sensuales.


Hoy, para variar el repertorio, en vez de canción voy a poner un breve fragmento de una película con la que me reí mucho. Espero que os guste, la recomiendo encarecidamente.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Dudando entre. Capítulo2

En la víspera, la noche no se presentaba de buenas maneras. Había pasado la tarde paseando por el centro. Era uno de sus pasatiempos favoritos. Otro de sus pasatiempos era coger el coche, llenar el depósito y devorar kilómetros, con la única idea de avanzar hacia delante. Siempre hacia delante. Pero aquella tarde escogió recorrer una distancia poco excesiva. Subió en el coche, arrancó y metió en el equipo de música un cd de rock, su música preferida. Bajó la ventanilla y mientras el aire agitaba el interior del vehículo, recorrió las calles cantando sus canciones preferidas.
No aparcó en el lugar hacía el que se dirigía, dejó el coche un poco apartado, y dedicó parte de su tiempo a pisar las aceras de la ciudad. Estaba atardeciendo, pero no tenía urgencia por llegar a ningún sitio. Avanzaba sin prisa, pero sin pausa, observando los coches, los edificios, la gente, la vida. Se impregnaba de los olores de las personas con las que se cruzaba, de los árboles, los lugares. Siempre era una maravilla poder disfrutar de un paseo mientras el sol se ponía y las primeras luces amarillentas empezaban a encenderse. Los edificios, impasibles al paso del tiempo, se erigían sobre el asfalto, dotando de alma y de historia al centro de la ciudad. Las golondrinas chillaban, recortándose sus siluetas en el cielo, mientras los árboles que iba dejando a su lado se mecían al son del viento veraniego de finales de Mayo.
Entró a algunas tiendas de discos y a alguna librería, y después de adquirir algún volumen, pensó que ya era hora de volver a casa. Había anochecido.
Durante el camino de regreso realizó algunas llamadas, pero sus amigos tenían otros planes para aquella noche, y él no estaba incluido.
Llegó a casa, puso un disco en el reproductor y lo escuchó en la oscuridad, tendido en el sofá. Se presentaba otra noche solitaria, y aunque en muchos ocasiones le gustaba estar solo, en ese momento se sentía solo, y la sensación de soledad es algo que no gusta a nadie. Y además, esa noche no le apetecía quedarse en casa.
Cenó unas sobras de la comida del mediodía, y a continuación se metió en la ducha mientras el reproductor de música hacía su trabajo a todo volumen. Se remojó tarareando las canciones, y cuando salió su ánimo había mejorado. De eso se trataba. De la lucha constante contra la desgana y la apatía.
Unos momentos antes estaba en el sofá, luchando por levantarse, y en esos instantes, aunque sólo, se encaminaba hacía una noche nueva, de esperanzas renovadas y nuevas sensaciones en su eterna búsqueda de estímulos.
Se vistió, se arregló y se miró en el espejo. Le gustó lo que veía, y eso era primordial para sentirse bien consigo mismo. Aunque no fuera Brad Pitt, por ejemplo, tenía unos rasgos agraciados, y era su fortaleza interior la que le daba la energía suficiente para destacarlos de una manera sutil pero innegable. Su rostro, al fin y al cabo, era un reflejo de su alma.
Volvió al salón, se acercó al mueble-bar, y se sirvió el primer gintonic de la noche, bien fresquito. Ya lo tenía planeado. Se tomaría esa primera copa en casa, y a continuación iría paseando hasta el casco antiguo de la ciudad, repleto de todo tipo de garitos. Tendría dónde elegir, y eso estaba bien para empezar.
Pegó los últimos tragos a la copa, apagó el reproductor y se perfumó. Cerró la puerta de casa y se encaminó hacía aquello que la noche podía proponerle. Y cuando una puerta se cierra, otra se abre.

Bueno, hoy escucho a Antonio Vega, el pobrecito está hecho polvo. Una canción cargada de sentimiento, el sitio de mi recreo.


viernes, 14 de noviembre de 2008

Dudando entre. Capítulo1

De repente abrió un ojo. Confundido, se decidió a abrir el otro. Por unos breves instantes, no supo donde se encontraba. Se incorporó en la cama y estudió la habitación en la que se encontraba, sumida en una leve penumbra proporcionada por la luz que se colaba entre las rendijas de la persiana. Las cortinas se agitaban con suavidad, y un ligero aroma salino se colaba por las ventanas abiertas. Si, estaba en casa.
Todavía sentado en la cama, retiró las sábanas con cuidado y se incorporó. Entonces todo se puso a girar como si de un tiovivo se tratase, y una batería empezó a retumbar en el interior de su cabeza.
Comprobó que otra vez se había pasado con los gintonics. Volvió a sentarse y se cogió la cabeza, intentando controlar los golpes, los latidos que amenazaban con atravesarle el cráneo. Cuando reunió fuerzas, se levantó, se acercó a la puerta del balcón y subió la persiana con sigilo. La luz del sol del mediodía entró a raudales en la habitación, inundándolo todo de claridad.
Algo gruñó detrás de él, y se movió en la cama. Se giró, con la memoria desvalida e intentando recordar qué podía ser. La había vuelto a cagar, pero era algo que se le escapaba por completo. No podía evitarlo. Por lo menos esperaba que le gustase lo que iba a ver.
Se aproximó a la cama, a la parte opuesta a donde él había dormido, y se sentó en el borde. Una cabellera larga, rubia y ondulada se esparcía, ocupando toda la cabecera de la cama. Retiró el pelo que le caía por la cara con suavidad, descubriendo el rostro de la desconocida. Descubrió unos rasgos frágiles, pero a la vez con fuerza, y una piel blanca e impoluta los recubría. Una cara de ángel. Acercó su nariz al rostro dormido, y un perfume dulce y fresco lo inundó por dentro. Volvió a aspirar profundamente y, con los ojos cerrados, se abandonó al disfrute que suponía un buen perfume en un buen huésped. A pesar de haberla cagado, no pudo evitar que se le dibujara una sonrisa. Podía estar orgulloso, desde luego.
Giró la vista, y observó la habitación, ahora iluminada. Observó la ropa de ella, que se amontonaba en la silla del escritorio, a los pies de la ventana. Entre la ventana y la cama vio la ropa interior de ella. Unas braguitas de algodón, en las que se dibujaban una rayas de colores. Le encantaban ese tipo de braguitas. Otro punto a su favor.
Volvió a levantarse, y se dirigió a la puerta del balcón, todavía desnudo, con la intención de respirar aire fresco, y a poder ser, de recordar como había llegado a la situación en la que encontraba en esos momentos.
Salió a la luz cegadora, y sus ojos entornados se dirigieron al horizonte, donde el azul del mar se unía al azul del cielo. Nunca se cansaba de admirar ese paisaje al levantarse, fueran las condiciones que fueran. Había tenido la suerte de adquirir ese apartamento a muy buen precio unos años antes, cuando había decidido que ya era hora de dejar de dar vueltas por el mundo. Aunque no era excesivamente grande, la primera línea de playa lo había convencido.
Desde el tercer piso se veía como las olas rompían contra los acantilados que se extendían unos kilómetros a ambos lados de su habitación. El verano había llegado, y daba gusto asomarse en pelotas al balcón, mientras la brisa te acariciaba el cuerpo con su leve susurro y las gaviotas te recordaban que no estabas solo en el mundo.
Apoyado en la barandilla de acero, rodeado del aroma del mar, concentró sus esfuerzos en hacer que sus maltrechas neuronas lograran pasarle algo de información de lo ocurrido la noche anterior.


Hasta aquí puedo escribir, de momento. Y para terminar esta nueva entrada, esta preciosa canción de Quique Gonzalez. Como toda canción que te atrapa, el desamor, o la idea de romanticismo son los protagonistas. La letra no tiene desperdicio. Besos.

lunes, 3 de noviembre de 2008

¿Te acuerdas?


Una poesía libre que escribí hace unos años. Escribí otras, si alguna vez alguien me las pide, las sacaré del cajón. De momento esta pequeña muestra:



te acuerdas cuando el tiempo nos olvidaba
cuando todo alrededor se paraba
como un barco sin rumbo en la tormenta
tus ojos me guiaban
y tus labios de menta
recorrian mi alma con estudiada paciencia

te acuerdas cuando el reloj se paraba
cuando tus dedos navegaban
por mi mar
de color de metal
sin rumbo hacia ningun lugar

te acuerdas cuando el infinito no avanzaba
y tu mirada perdida se extasiaba
perdiendose mas lejos del final..
quien eras cuando tus labios se abrian
sin poder hablar?

los colores se fundian
como nuestros sentidos
y eran tus latidos
los que me mecian
perdiendome mas alla
de ningun lugar

tu ternura y mi tristeza se detienen
las paredes desaparecen
y todo gira a nuestro alrededor
hasta perder el control

quien eras entonces cuando tus labios se abrian
sin poder hablar?
se fundian los latidos y las venas se mezclaban
y fue entonces cuando tu me despertabas...te acuerdas?

Siempre Ferreiro. Eres espectáculo, y tú ni siquiera lo llegas a notar:

sábado, 25 de octubre de 2008

ANTINATURAL

ANTINATURAL

Era un día como otro cualquiera. Un día más que se iba a sumar a la larga lista de días vividos. Una lista de días iguales que amenazaba con no acabar. Se sucedían uno tras otro como una hoja pasa tras otra en un buen libro.
El sol había despedido el día, y la luna iluminaba un cielo trémulo, ejerciendo su eterno trabajo. La luz del crepúsculo atravesaba las finas nubes que amenazaban con ocultar la faz lunar, sin conseguirlo.

Atravesó las calles, bajo la iluminación vieja y amarilla de la ciudad. Luces tristes, apocadas. Soplaba un ligero viento que levantaba las hojas que el otoño había depositado con suavidad sobre las aceras, y una llovizna empezaba a caer, con intenciones poco definidas.
Tenía que apresurarse, si no quería verse empapado.
Apretó el paso, y al cruzar las calles tomó riesgos innecesarios al saltarse varios semáforos en su camino. Los vehículos que transitaban en esos momentos hicieron sonar sus bocinas, pero a él no le importó. Que frenaran. No eran ellos los que empezaban a sufrir los efectos del agua.
Se topó con varias personas en su huida hacía delante, que le dirigieron unas miradas reprobadoras. Tampoco le importó. ¿Por qué la gente tenía que estar siempre en medio de todo? Siempre obstáculos…
Por fin dobló la última esquina, y se metió en el callejón. Dos de las tres viejas farolas no daban luz, y este detalle hacía que se destacara en el fondo la entrada bien iluminada del lugar al que se dirigía. Alrededor de ésta, la luz se iba perdiendo, para dar paso a objetos en penumbra y gente en la sombra, fumando, conversando, bebiendo, riendo. No se paró allí, y se dirigió directamente a la boca del antro.

Afortunadamente había dejado de llover, y la humedad de su ropa empezaba a disiparse.
El portero, guardián de la entrada, le echó una mirada de arriba abajo, hizo un gesto de no gustarle demasiado lo que veía, pero no puso objeción.
Entró, pagó su entrada y bajó las escaleras que desembocaban en una gran sala de techos bajos. El ambiente, como siempre, era claustrofóbico, como sumergirse en una niebla. La gente se convertía en chimeneas ahí abajo, y el humo de tabaco lo envolvía todo.
La música, atronadora y repetitiva, movía al ritmo de los graves todos aquellos cuerpos hacinados en una discreta oscuridad. Apenas se podía ver más allá de cuatro o cinco metros, y se abrió paso entre las figuras para dar una primera vuelta de reconocimiento.
No vio a nadie, así que pensó que la mejor decisión era acercarse a la barra, a tomarse un pelotazo. Algunas chicas le dirigieron miradas, a las que el correspondió con suaves sonrisas. No era el momento. Tenía la cabeza en otro sitio, y ahora era el momento de tomarse una copa. Tranquilamente.
Se quedó en la barra, disfrutando del refrigerio, y observando a la gente que le rodeaba. No solía fumar, pero en ese momento pensó que era lo apropiado. Alternaría un poco de humo con la bebida, y contribuiría con su granito de arena a la niebla característica del antro.
Le pidió un cigarrillo a una chica guapa que estaba a su lado, la cual se lo ofreció a cambio de un beso. Lo malo es que a él no le gustaban las chicas fumadoras. Pero bueno, se lo dio y obtuvo el cigarro. La misma chica le dio fuego, pero él se dio la vuelta y siguió con lo suyo.
Tiró el cigarrillo a medias, y apuró la copa. Se dispuso a dar una segunda vuelta. Había entrado mas gente, y le costó un poco mas de trabajo abrirse paso entre el gentío.
De repente los vio, en la barra del fondo, moviéndose frenéticamente al ritmo de la música. Sus amigos. Se aproximó, y llegó hasta ellos después de algunos codazos. Los saludó, y comprobó que a esas alturas las pupilas de sus amigos ya no respetaban su tamaño habitual. Lo acostumbrado. Lo de siempre.
Con ellos las cosas funcionaban despacio, casi sin pasar. Perdidos, andando por los bares. Las noches siempre eran iguales.
Él recordaba, y pensaba que con ella era mejor. Ya no conseguía divertirse por ahí.
Pidió una segunda copa, y buscó un rincón con luz, y se sentó en uno de los numerosos sofás que habitaban en el local, rodeado de parejas que se abrazaban desesperadas, con ansías, y de grupos de gente que seguían trabajando sus hígados entre humo y humo..

Meditó mientras sorbía trago tras trago, y de repente se levantó como impulsado por un resorte.
Atravesó la marea de gente, dejando atrás a sus amigos, los cuales estaban sumergidos en su fantasía de alcohol, música y sustancias prohibidas. Lo hizo con urgencia, como si el tiempo se le escurriese entre los dedos como arena.
Subió las escaleras rápidamente, y por fin emergió a la tenue luz de la superficie. El aire fresco de la noche lo golpeó de una manera agradable, y aspiró una bocanada que le supo a gloria. Observó lo que le rodeaba, y supo que quería escapar de aquel lugar infestado de mundanidad.
Echó a correr, atravesando las calles amarillas, pasando farola tras farola, devorando el asfalto. Tenía que salir de allí. De repente odiaba el paisaje urbano, y los edificios se le antojaban moles que le impedían disfrutar de un paisaje natural. Se aproximaba a pasos agigantados a los límites de la metrópoli, iba en su búsqueda. Tenía que huir. Tenía que alejarse para volver a encontrarla. Fue necesario alejarse para llegar de nuevo a su lado.

El asfalto se estaba acabando, y él no veía el momento de pisar otro terreno.
Entonces llegó al límite, y el suelo negro de la ciudad se transformó en tierra blanda, y los edificios desaparecieron como por arte de magia para dar paso a grandes espacios abiertos. La luz vieja de la gran ciudad se terminó, y apareció una gran luna que iluminaba con su luz triste y azulada los claros.
Le costó un breve instante acostumbrarse a las nuevas circunstancias. Respiró profundamente, y prestó atención a los nuevos sonidos, entre los que no se incluían los propios de la ciudad. Los coches, las motos, la gente, daban paso al silencio acompañado de grillos y pájaros que todavía no se habían acostado.
Reanudó su carrera, y entonces se vio rodeado de árboles, altos, frondosos, tupidos. Entre sus densas ramas se colaban débiles algunos rayos lunares, que permitían una visión suficiente para continuar el camino.
Empezaba a oírse el agua correr, algunos riachuelos pasaban cerca de su ubicación, y los insectos tenían una pequeña fiesta organizada, como se deducía de los sonidos del bosque.
Tuvo que detener su paso raudo, ya que la vegetación del bosque se lo impedía. Avanzó con sigilo, recreándose en la sensación de libertad que le proporcionaba sentirse lejos de todo.
Se detuvo, y tras unos segundos de incertidumbre, decidió variar el rumbo. Giró a la derecha, y estuvo a punto de caer por culpa de una piedra oculta entre la maleza. Los arañazos se iban sucediendo, pero él ni siquiera se daba cuenta. Sólo pensaba en lo único que le importaba.
No sabía cuánto tiempo llevaba en el bosque, pero, en contra de lo que se pudiera creer, cuanto más tiempo pasaba, más se alegraba. Porque ello significaba que el desenlace estaba próximo, y este pensamiento hacía que el cansancio no hiciese mella en su estado físico. El cansancio era positivo.
Volvió a pararse, rodeado de árboles, pero con la vista fijada en un único árbol, aislado de los demás. Parecía como si el resto de árboles no lo quisieran cerca. Era el árbol elegido y a su alrededor todo estaba limpio de maleza. Sólo una capa de fina hierba rodeaba el árbol en un radio de unos diez metros, como si el resto de vegetación hubiese decidido alejarse del árbol, mostrando un respeto.
En ese pequeño claro en medio del bosque la luz era más intensa, ya que la luna no encontraba la oposición de las gruesas y pobladas ramas.
El viento silbaba a través de las hojas, agitándolas y provocando leves susurros entre ellas. El silencio, salvo este detalle, era absoluto.
Y entonces vio lo que había ido a buscar. En la base del árbol, acurrucada y con los ojos cerrados, como si durmiera plácidamente, había una persona. Era ella.
Lo había estado esperando toda la noche, porque sabía que iba a venir, pero el sueño la había vencido.
Se acercó lentamente, temiendo despertarla. Cuando hubo llegado a su lado, se puso de rodillas y la observó. Una breve sonrisa se dibujaba en su cara, mientras su melena rubia se agitaba levemente al son de la brisa.
Se quedó un rato disfrutando lo que su vista le ofrecía, hasta que volvió a perder la noción del tiempo.
Ella abrió los ojos, y la mirada serena de ella se posó en los ojos de él. La observación mutua era suficiente, y con sus miradas se fundían en un solo ser.
Él la cogió de las manos, y la ayudó a incorporarse. Ya no la soltó, y los dos se internaron entre los ruidosos árboles, corriendo, huyendo, alejándose de todo una vez más. Sin mirar atrás.
Con ella las cosas funcionaban deprisa, casi sin pasar. Perdidos, vagando por los bosques. Las noches ya nunca serían iguales.
Con ella era mejor.

Los Piratas, temazo del que para mí es su mejor álbum, Ultrasónica. Cuando te duermas.

lunes, 20 de octubre de 2008

ACK returns

Bueno, pues el fin de semana transcurrió según lo previsto...
El viernes partí hacía Murcia, con la excusa de volver a pintar después de ocho añitos, y la verdad es que todavía me duele el dedo de estar todo el día dándole al spray. No hay nada como la falta de costumbre.
El sábado llegué a las once de la mañana a la rambla de Espinardo, lugar donde iba a tener lugar el "evento". Evidentemente no había ni dios, sólo el señor Pajarón, dado que era el anfitrión. Una hora después apareció el Josh, y tras largas meditaciones decidimos ir al Carrefour y a los chinos a comprar pintura y rodillos para proceder al blanqueo del muro, ya que habían graffitiles de años anteriores.
Entre pitos y flautas, que empezamos que no empezamos, se nos hicieron las 14 30 y todavía no habíamos sacado los botes de pintura.
Era la hora, y fuimos los primeros en empezar. Más tarde empezó a llegar mas gente, y el muro fue llenándose poco a poco, con mayor o menor pericia según el sector.
Caía un sol de justicia, pero bueno, era de esperar, Murcia no se caracteriza por ser una zona excesivamente fresca, aún tratándose del 18 de Octubre.
No paramos a comer, ya que disponíamos de unas 4 horitas antes de que se pusiese el sol. Sin embargo, yo tuve la suerte de disfrutar un pastel de carne que me trajo mi hermano y cuñada (Gracias Efri y More).
A las 18 30 terminé mi producto, después de reanimar varias veces mi dolorido dedo, el cual lamentablemente no disfruta de buenas costumbres que lo ejerciten.
El resultado, visto desde la humildad, no es del todo malo, teniendo en cuenta mis largos años de inactividad. Quedé satisfecho una vez finalizado, podéis opinar acerca del susodicho. Aquí lo tenéis:

¿Qué harías si no tuvieras miedo?



Aquí un slide con el proceso de ejecución, y también con fotos del Pajaro de Chipone, del Angel del Josh y del careto del Koala. A mi derecha, Angel el Pajarón y etc:



Saludos a la 543dom, al Pajarraco, ya nos veremos otro día.

Por otro lado, este viernes es de conciertos en Greenspace, aquí uno de los grupos invitados:
Dime con tus dedos que no habrá mas peros, que siempre seremos mientras nos toquemos...

jueves, 2 de octubre de 2008

El destino

No creo en el destino, pero esta negación no es algo absoluto.
Díselo a esa gran cantidad de gente del tercer mundo, que mueren cada día sin tener nada que echarse a la boca, arrodillados por la impotencia de no poder tenerse en pie, y con los buitres acechando, esperando un desenlace inminente.
Díselo a las víctimas de las guerras, fruto del egoísmo, la avaricia y la desconfianza humana. Díselo cuando son violadas delante de sus hijos, antes de pegarles un tiro sin posibilidad de defensa alguna.
El mundo es un lugar cruel, brutal, y es una suerte cuando el destino se cruza en tu camino. Es una suerte poder tener destino, sin embargo, mucha gente no llega a poder disfrutarlo. Somos víctimas del azar, y al igual que la lotería, puedes esperar un destino si te toca el premio.

Si el azar quiere, seremos agraciados con la posibilidad de que el destino nos guíe.
Creo en el libre albedrío, y aunque en parte creo en el destino, creo que hay que salir a buscarlo, y eso sólo lo podemos hacer si somos capaces de elegir lo que buscamos. No hay que esperar a la suerte, hay que salir a por ella.

Es así como nos convertimos en dueños de nuestro destino, siendo éste una consecuencia del libre albedrío que nos gobierna a todos. Hay que luchar, y entonces él vendrá a tí.

Sin embargo, en ocasiones, el destino, o el azar, no lo sé, pone contra las cuerdas mi teoría de que encuentras lo que buscas. A veces sólo hay que esperar, y entonces lo que esperas viene hacía tí. Expondré ciertos casos que me han pasado a mí, y aprovecharé para recordarlos.

Hace ya más de once años que murió mi madre. Ella está enterrada en Murcia, y yo estoy en Valencia, así que son pocas las ocasiones en las que voy a verla. Normalmente voy en momentos tristes, cuando no encuentro lo que busco, y voy con el objeto de pedirle fuerzas para continuar. Pero pueden pasar años entre visita y visita.
Hace unos años fui a verla, y habían pasado años desde la última vez que había ido. Imaginaros cual fue mi sorpresa al leer un escrito en el que decía que los restos de mi madre, entre otros, iban a ser exhumados el día siguiente por falta de pago del nicho. ¿Qué me impulsó a ir ese día? ¿Y por qué me paré a leer una pequeña carta que había en un sitio en el cual no tenía porqué haber visto?
Al día siguiente hicimos efectivo el pago, y a día de hoy los restos de mi madre siguen reposando en paz.
Ni que decir tiene que preguntas me surgieron, sin embargo cabe la posibilidad de que únicamente fuera fruto de la casualidad.

Mi ex es de Calasparra, un pequeño pueblecito de Murcia, y este dato no tendría importancia, si no fuera porque mi madre nació allí, y creo que hay muy pocas chicas interesantes de Calasparra viviendo en Valencia, y que además se hayan cruzado conmigo. Teníamos también conocidos comunes y para mí fue algo sorprendente. Pero bueno, más tarde ella pensó que nuestros caminos no eran los mismos.

Pero lo que me ha hecho escribir esta entrada ha sido una consecuencia del post anterior, la ack de Murcia. Hace dos semanas escribía sobre ellos, y recordaba con nostalgia mi adolescencia graffitera. Pues bien, el viernes pasado fui a Murcia, a ver a Iván Ferreiro en Alhama. Fui con Julio, y cual fue mi sorpresa al encontrarnos al Josh, al Eddie...Después de unos cuantos años sin saber nada de ellos. El sábado el Josh celebraba su cumpleaños en Mestizo (Murcia), así que decidí pasarme por allí a ver a toda la peña. La verdad es que fue satisfactorio volver a saber de ellos, después de 9-10 años.

Además, el día 18 de Octubre hay una exposición de graffiti anual, y tuve el honor de ser invitado. No sé si me acordaré de coger un bote de pintura, pero lo intentaré.

¿Qué opináis, casualidad-azar o destino?
¿Iba buscando volver a pintar y la pintura ha venido por ello?
¿La pintura ha venido porque la estaba esperando?
En fín, aguardemos con emoción lo que la vida es capaz de ofrecernos, sea el destino o una simple casualidad.

Quique Gonzalez & Ivan Ferreiro - Vidas Cruzadas

miércoles, 17 de septiembre de 2008

La ack de Murcia

Hola amigos...

Estoy nostálgico, y reconozco que echo de menos aquellas tardes otoñales del 95 en el garcia alix. La brisa empezaba a soplar, haciendo crujir las hojas bajo los tibios rayos de sol. El verano por fin había terminado, y el otoño hacía su entrada, dando una tregua al calor sofocante que se sufre en Murcia. En el garcía alix ya éramos un grupo importante de amigos, GSK, 543DOM y ACK, los cuales un año después establecerían su lugar de reunión en SANTA MARTA, dando pie a SMPosse, que nunca cuajó. Más tarde se unió más gente al grupo y nos trasladamos al Miguel.

Por aquellos entonces empezábamos a manchar las paredes con colores variados, aunque anteriormente ya las ensuciábamos con los rotuladores. No eran pocos los fines de semana que salíamos a descargar adrenalina. El hecho de hacer algo prohibido era un aliciente demasiado tentador. Aunque luego comprobamos que pintar un buen muro era mucho más satisfactorio.

Fue antes del garcía alix, tal vez año o año y medio antes, cuando sólo ensuciábamos con tags cuando empezamos nuestra andadura por el mundo del hip hop murciano. Se fundó la ACK, que en un principio correspondía a las siglas de anti cops krew. Un dato que poca gente sabe, ya que debido a su extremada violencia poco después decidimos buscar un nombre un poco más acorde a nuestra filosofía. Dado que la ciudad ya conocía a la ACK, mantuvimos las siglas, pero el nombre cambió a Aluzina Con Kolores, mucho más sensato y colorido.

En un principio ACK fuimos Julio (JLONE), Chencho (CHN) y yo, Kike (QUIEONE).
Jlone vivía por aquellos entoncs en Acisclo Díaz, y justo en el piso de arriba vivía un vecino de edad similar que compartía ciertos gustos con él, entre ellos la pintura envasada en spray. Fue así como conocimos al JOSH, y empezamos a manchar juntos las paredes murcianas. Manchar, si, porque en aquellos tiempos nuestra técnica era muy rudimentaria, aunque aprendíamos rápido.
Reconozco que el Josh habría sido un buen fichaje para la ACK, pero nunca nadie hizo mención al respecto, nosotros demasiado orgullosos y el Josh demasiado independiente, tenía otros planes.

Recuerdo un tarde de Mayo del 95, estábamos pintando un muro el Josh y yo, aunque en ese momento estaba yo solo. Vino un chaval, y me dijo que el tb pintaba, y que firmaba con no me acuerdo que tag. Resultó ser el que más tarde bombardeó con sus firmas y graffitis con el nombre de DHEX. Formaba parte de un nuevo grupo, llamado GSK (graphic style krew) del que también formaban parte el eddie, el jose, el Ramon y el CHIP, ahora conocido como CHIPONE, por lo que he podido averiguar.
En los principios estábamos la GSK, la ACK y el Josh.

Un poco más tarde el Josh intimó con un colega suyo de los Narejos, de donde el Josh era (Y tal vez sea) veraneante asiduo. Se trataba del DALLES, y con el creó la tercera crew de nuestro grupo, hablamos de 543DOM.

Posteriormente hubo tensiones en la GSK, y el grupo se disgregó, aunque no el grupo de amigos.
Estas tensiones desembocaron en la marcha del CHIP a 543DOM, donde ha permanecido hasta el día de hoy. Junto con el Josh, estudiaron en la escuela de artes y oficios, y actualmente siguen dedicándose profesionalmente al mundo del diseño gráfico, y por supuesto, el graffiti, junto con el Dalles y otros colegas que ya no conozco.
Por otro lado, la ACK hizo otro fichaje estrella, y el DHEX se incorporó a sus filas.

543DOM y la ACK fueron grupos muy activos en la escena del hip hop murciano de finales de los 90, pero sus destinos fueron muy diferentes.
543 DOM llevaba el diseño en la sangre, y aunque yo siempre me he interesado por el mundo del graffiti, los miembros de la ACK optaron por otros destinos profesionales con los que pudieran ganarse el pan. DHEX estudió psicología, CHN fue a por derecho, JLONE no estudió, y yo pensé que la arquitectura me serviría para obtener lo que yo buscaba. Me mudé a Valencia, donde permanezco hasta el día de hoy. También he de decir que detrás de la ruptura de la ACK hubo otros factores, circunstancias personales entre sus integrantes que debilitaron los lazos. Nunca volvió a ser como antes.
En cuanto a la GSK, tras la marcha de sus dos "estrellas", quedó muy debilitada en lo que a pintar muros se refiere, y sólo el Ramón, tb conocido como Rawol (no me preguntéis, lo ponía en su firma), tenía talento para hacer cosas interesantes. Aunque por supuesto el Eddie tb era colega, pero de pintar, poco.

Todos tenemos que elegir día a día, y las opciones son infinitas, al igual que las posibilidades. Nunca sabremos si acertamos.

Sin embargo, no son pocas las veces que tengo ganas de volver a pintar, pero la falta de tiempo y la pereza son mis principales enemigos. Es posible que lo haga, y la tentación de volver a pintar no se va.
De todas formas, algún día volverá la antigua ACK, aunque sea por recordar los viejos tiempos en un momento puntual.

Y por supuesto, el video de hoy, Días Azules del gran Iván Ferreiro. Casualidad, azar, destino, días que no vuelven y un futuro incierto. El azul está ahí agazapado, amigos, y no sabemos lo que nos depara.

martes, 9 de septiembre de 2008

El comienzo

Llevaba un tiempo pensando en crearme un blog, pero por apatía y por pereza no terminaba de encontrar el momento. Últimamente le he estado dando vueltas al coco, tantas que he pensado que escribir podía llegar a ser un buen método para que la cabeza deje de girar.

No es que piense que escribir soluciona los problemas, pero es buen tratamiento ante el desorden emocional. Cualquier cosa, por absurda que sea, puedes escribirla sin miedo, y llegará a cobrar sentido, de alguna forma.

Así que aquí estoy. Hace un tiempo escribía una especie de diario, ya sabes, de esos que nunca se escriben a diario. Era una forma de encontrarse a uno mismo, de limpiar, de poner las cosas en su sitio. No obstante, en cierta forma tampoco era del todo positivo, porque cada vez que lo hacía me metía muy dentro de mi cabecita. Y llegué a pensar que me estaba encerrando en ella.

Entonces dejé de escribir, y pensé que era mejor pensar que no tenía tiempo para escribir porque tenía demasiadas cosas que hacer. Estaba demasiado atareado. La vida me requería, y yo no tenía tiempo para estar perdiéndolo absurdamente escribiendo tonterías.

Pero he crecido, y me he dado cuenta de que hay tiempo para todo. Ya no soy ese adolescente que ve la vida como una línea recta. He empezado a dar vueltas, y ahora me toca volver a escribir el "diario".

Aunque, ¿sabes una cosa? los diarios de antes podremos leerlos siempre, incluso cuando seamos tan mayores que nos hayamos olvidado de que existen. Mi explicación es sencilla, el papel perdudará en el tiempo, y estos miles de millones de blogs se perderán algún día en el ciberespacio. Como lágrimas en la lluvia. Tal vez me equivoque y TODO se pierda en el tiempo, pero internet siempre me pareció "poco tangible".

Bienvenidos, y como rutina pondré en cada post la canción del momento. Ahora mismo no paro de escuchar VetustaMorla-Copenhague:




http://es.youtube.com/watch?v=CdF3HvqY4c8